Año CXXXIV
 Nº 49.157
Rosario,
domingo  24 de
junio de 2001
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Una avanzada autocrítica. ¿Indiferentes, corruptos y discriminatorios?
Los rosarinos se miran al espejo
Creen que los argentinos no tienen un proyecto de país en común. Los jóvenes aparecen como los más escépticos

La visión que los pueblos tienen de sí mismos no siempre coincide con lo que realmente son, pero muchas veces da pistas sobre lo que quieren ser. Si esto es verdad, ¿cómo entender que los rosarinos se autodefinan mayoritariamente como indiferentes, corruptos y discriminatorios o que crean que la sociedad argentina, de la que forman parte, carece de un proyecto común? Quizá la necesidad de una autocrítica sea más fuerte por estas horas que la de sostener una buena imagen. Y eso, por sí solo, sea un síntoma de buena salud.
La información proviene de una encuesta de opinión a la que accedió La Capital, realizada entre 17 y el 24 de mayo pasado por la consultora del licenciado Andrés Mautone, a pedido del Foro Regional Rosario.
El único rasgo que los rosarinos rescatan como un valor positivo entre los argentinos (y, por ende, también de sí mismos) es la tolerancia, como contracara del autoritarismo. Después de todo, en algo la democracia puede haber avanzado. Por lo demás, de cada 10 habitantes de la ciudad, 8 creen que sus connacionales son indiferentes y 7 que son corruptos y discriminatorios.
Un dato interesante. En todas las valoraciones negativas, los jóvenes van al frente con una mirada escéptica. Y casi el 90 por ciento de ellos, por ejemplo, admite que la sociedad argentina es "corrupta". ¿Se muestran más autocríticos o le tiran la basura al vecino? La encuesta no hila tan fino.
Hombres y mujeres critican los defectos de la sociedad con pocas variaciones, excepto en lo que hace a la discriminación. En ese punto las mujeres se ponen duras. ¿Será porque la padecen más?
Desde el punto de vista socioeconómico, lo que más indigna a la clase media es el comportamiento indiferente. También le molesta la corrupción, pero en ese punto queda un poco más atrás de los sectores sociales altos y bajos, que le apuntan todos sus cañones.
Si la corrupción es uno de los defectos que más cantidad de rosarinos se autoadjudica, no parece casual que la honestidad sea la primera condición necesaria que esperan de sus dirigentes. La capacidad queda en un opaco segundo lugar.

Hombres preocupados
Que las personas tengan claros proyectos en común es uno de los reaseguros para llegar a algún puerto. ¿Qué significa entonces que el 73 por ciento de los rosarinos crea que la sociedad argentina carece de un proyecto de país en común? En principio, parece la admisión de que algo falla socialmente.
La conciencia de esa carencia les pesa sobre todo a los hombres, 12 puntos por encima de las mujeres. Los más preocupados son los rosarinos de entre 41 y 60 años. Discriminando por pertenencia a un estrato social, el tema le pega por lejos mucho más a la clase alta, posiblemente la que se siente con mayores responsabilidades de conducción.
Si el presente no se percibe como auspicioso, el futuro tampoco se ve mucho mejor. Aun a mediano plazo, sólo el 27 por ciento cree posible que los argentinos se embarquen en un proyecto en común, la mitad de la población lo ve imposible y hay un considerable porcentaje de despistados.

El escenario de la ciudad
No hace demasiado tiempo que la relación de los ciudadanos con su ámbito más inmediato -lo local- se percibe como un horizonte de identidad y en consecuencia como un escenario político privilegiado.
Pero cuando se les pregunta a los rosarinos si sienten tener un proyecto de ciudad en común tampoco son indulgentes: el 58 por ciento dice que no. A mediano plazo se ponen un poco más optimistas y el 42 dice que no, el 30 que sí y el 28 que no sabe.



Los rosarinos observaron más allá de la peatonal Córdoba.
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