Susana Merlo
os últimos anuncios en materia económica cayeron en el sector agropecuario en un momento crítico para la mayoría, y provocaron, en la primera lectura, una mezcla que fluctuó entre el desconcierto, el escepticismo y las expectativas favorables (o el "deseo" de que sean positivos). La realidad es que el cóctel de medidas tardará cierto tiempo en ser digerido, dada la mezcla de temas. Por un lado da beneficios o mejoras relativas pero, por otro, los recorta. De hecho, el sector oleaginoso, por ejemplo, recibe la mejora en le tipo de cambio de exportación, pero les sacan las retenciones y recortan los reintegros, entre otras cosas. ¿El balance para este sector es positivo o negativo? Y, en cualquiera de los dos casos, ¿le trasladarán los beneficios a los productores? ¿Y si son perjuicios? en cada área y rubro se están haciendo justamente estos cálculos, pero con el agravante de que después de anunciarse el paquete general, se supo acerca del nuevo incremento en el impuesto al cheque, que ahora pasaría al 0,6% y que "desvela" a muchos empresarios. Pero además hay una serie de baches informativos que impiden hacer los cálculos finales, sin mencionar que "del dicho al hecho...", es decir, que de la teoría a la práctica puede haber diferencias. Concretamente, no se sabe bien cuál va a ser el comportamiento final de cada rubro y su eventual efecto cascada sobre otros. Una franja importante de los consumidores estaría beneficiada por los menores descuentos del impuesto a las ganancias, las eventuales rebajas del peaje y la reducción del precio de las naftas, pero aún no se conoce el impacto que puede tener el aumento de la suba del gasoil en el transporte. ¿si aumentan los precios de los productos por esta razón? Pero también hay empresas que no podrían trasladar el eventual aumento del transporte a los precios, o porque la demanda no lo aceptaría, o porque la importaciones ese rubro le pone un techo. Así sucesivamente. De tal forma, es imposible saber todavía si el balance de los anuncios es positivo o negativo para el sector, a pesar de que algunos señalan que, en términos generales, las medidas están bien orientadas. Faltó decir, en todo caso, que también estuvieron insuficientemente explicadas. Por caso, los exportadores que en un primer momento aparecieron como el grupo que más adhirió a los cambios impuestos por el Ejecutivo, luego fueron enfriando su entusiasmo, a medida que conocían el esquema operativo (aparentemente más que complejo) que se pretende imponer para liquidar el nuevo tipo de cambio. En este contexto, el doble stándard impositivo, en realidad un eufemismo para hablar de la evasión fiscal, pasa a ser un tema de gran relevancia pues, para muchos sectores, la competencia comercial (desleal) que genera entre los que están dentro y fuera del sistema, puede ser determinante para la continuidad o no de una empresa. Esto, siempre teniendo en cuenta que en más de un caso, generalmente de pequeños productores o pymes, la evasión es casi "forzada" por una mezcla de mala situación económica, desconocimiento y complejidad operativa impuesta por la propia Afip, que parece no diferenciar entre un comercio o empresa en una gran ciudad, y un establecimiento rural a muchos kilómetros de distancia de la oficina recaudadora más cercana, e incluso, muchas veces sin grandes posibilidades de contar con un asesor impositivo permanente, por costo, distancia y falta de infraestructura de comunicaciones. Y, como se sabe, hoy un contador es un insumo excluyente para cualquiera, aunque no tenga empresa. Así las cosas, y sin saber a ciencia cierta qué sucederá finalmente con los temas sanitarios en materia de hacienda vacuna, sector en el que podrían volver a imponerse restricciones operativas, hoy por hoy los sentimientos más generalizados dentro del campo vuelven a ser el "desconcierto" y la "perplejidad", algo que sin duda no es muy bueno cuando, justamente, se tiene que estar definiendo la siembra de la campaña 2001/2002.
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