Año CXXXIV
 Nº 49.150
Rosario,
domingo  17 de
junio de 2001
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Ghana, Irán y las marcadas diferencias del Grupo F

Las diferencias entre los integrantes de los planteles de Irán y Ghana no pasan por el color de la piel, sino que por una actitud frente a la vida, ya sea por una cuestión de religión o por costumbres.
En Mar del Plata, los pocos que saben que se juega el Mundial, ya no se sorprenden de la actitud de los iraníes, quienes por la religión musulmana tienen prohibido acercarse a una mujer que no sea como ellos y menos occidental, algo que no sucede con los muy conocidos seguidores del Corán que viven en Argentina.
Cuando los iraníes llegan al hotel tras un entrenamiento si hay alguna mujer en el lobby en forma inmediata bajan sus cabezas mirando al piso, sin decir una sola palabra. Es más, está prohibida la presencia de mujeres en el piso donde se hospeda la delegación y ni siquiera pueden ser atendidos por meseras. Ni en el ascensor, con compañía femenina, modifican su actitud.
Además, los jugadores no bajan de las habitaciones, salvo para entrenarse o cuando van a comer y tienen una custodia importante por temor de ser víctimas de un atentado.
La contracara son los ghaneses, de hecho está clara su posición de carnívoros, ya que consumen todo tipo de carnes. En cuanto llegan de algún entrenamiento o cuando pasean por la ciudad, no paran de saludar y sacarse fotos con quien se lo pida y reina la amabilidad.
Para colmo no son pocas las chicas que se acercan a los extrovertidos jugadores ghaneses, quienes no tienen problemas en quedarse e intentar hablar unas pocas palabras en español o en un inglés mezclado con varios idiomas más, aunque en realidad, lo que menos quieren es dialogar.
Los chicos de Ghana además salen a pasear por la coqueta zona de la calle Alem y a varios integrantes de la delegación ghanesa, no futbolistas, se los vio por una conocida confitería ubicada a la vuelta del hotel Sheraton.
En lo único que coinciden es que ambos seleccionados cumplen determinadas tradiciones en cada entrenamiento.
A la hora de rezar, los iraníes paran lo que están haciendo y rezan, algo que también hacen los ghaneses, pero cuando termina el trabajo, tomados de la mano, en el círculo central de la cancha, pidiéndole a Dios, por ejemplo, que los proteja de los golpes y las lesiones.
Asimismo el técnico de Ghana, Emanuel Afranie, cuando uno de sus dirigidos comente un error innecesario o no cumplen con sus pedidos es castigado y obligado a hacer ejercicios físicos, como abdominales, fuerza de brazos o correr, algo bien militar y dictatorial.
Para tranquilidad de los iraníes su entrenador no los castiga, pero seguramente cambiarían, al menos por un rato, la libertad de los africanos para relacionarse con las mujeres.


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