Año CXXXIV
 Nº 49.148
Rosario,
viernes  15 de
junio de 2001
Min 13º
Máx 15º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Copa Libertadores
Cruz Azul sacó rédito del juego que planteó

José María Petunchi

Cuando Juan Francisco Palencia -la figura del partido- armó una obra maestra del contraataque y definió como los dioses a los 44 minutos del complemento, mientras Central buscaba con más corazón que fútbol llegar al cuarto que le diera la chance de llegar al menos a los penales, Cruz Azul consumó el sueño que vino a buscar a Rosario: alcanzar la final de la Libertadores por primera vez.
Pero los cementeros, nuevos en esto pero que ya parecen haber aprendido los vicios, empezaron a jugar el partido en el Gigante ante Central mucho antes. Casi desde el mismo momento en que pisaron suelo argentino, porque el lunes en Buenos Aires montaron una parodia sobre un supuesto soborno de los canallas con el árbitro chileno Mario Sánchez. Un juego sucio y malintencionado que tenía como finalidad embarrar la cancha. Lanzaron acusaciones sin sentido y malintencionadas a través de la prensa para condicionar al juez.
Pero esas versiones no parecieron hacer mella en el chileno Mario Sánchez, que tiene dos mundiales encima. El juez en ningún momento se dejó presionar ni lo sobrepasó el marco, aunque dejó dudas en algunos fallos y se equivocó en otros -como en el claro penal que le hace Cuberas a Morales-.
También la Máquina Cementera forjó una interminable novela de idas y venidas y no se privó de jugar a las escondidas. Por la manera en que jugó su partido pareció un equipo mañoso y con experiencia en jugar instancias decisivas. Por eso, entre otras cosas, llegaron sólo unas horas antes a Rosario y sólo 60 minutos antes al Gigante.
Pero todo eso fue hasta que la pelota empezó a rodar. O un rato antes. Porque una de las dudas era ver cómo reaccionaban luego de la ruidosa bienvenida que le tributaron los canallas al arribar al estadio y cuando hicieron el reconocimiento de la cancha.
Pareció que los minutos iniciales no serían gratos para los cementeros, que hacían agua en el fondo, pero fue suficiente que Tombolini se equivocara para que a los siete minutos gritara Almaguer en Arroyito y enmudeciera al estadio. Y pusiera las cosas 3 a 0. Todo estaba a favor de los celestes. Pero los centralistas se abrazaban a su sueño copero a partir de las enormes y constantes dudas defensivas de los visitantes.
Entonces, Pizzi, con un penal, puso las cosas a tiro y enseguida Maceratesi encendió la caldera. En pocos minutos se les hizo cuesta arriba y empezaron a flaquear. Pero otro terrible yerro auriazul, esta vez del Cata Díaz, permitió que los mexicanos resurgieran y llegaran al segundo a través del argentino Adomaitis.
El segundo grito del Rafa, el tercero de Central, abrió otro signo de interrogación. Pero Cruz Azul, con la complicidad involuntaria de un Central con más alma que ideas, aguantó y llegó al desahogo con el gol de Palencia. Y después del culebrón mexicano que montó en torno a la figura del soborno se dio el gusto de salirse con la suya.



Por primera vez un equipo mexicano llega a la final.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Un equipo muy franco
Palencia: "Aguantamos muy bien"
Diario La Capital todos los derechos reservados