Año CXXXIV
 Nº 49.148
Rosario,
viernes  15 de
junio de 2001
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Las luces de la gran ciudad
El músico recuerda su ingreso a Estados Unidos y el día de su redención

Los viajes le traen muchos recuerdos y Estados Unidos siempre fue un punto fascinante para Alex Acuña. La primera vez que llegó al aeropuerto de Miami no lo querían dejar pasar. Luego de 40 minutos de ansiedad, alguien se acercó y le dio un sobre cerrado. "No lo abras hasta que llegues a Nueva York", cuenta que le ordenaron. Una vez que arribó a la ciudad, Alex vio qué había en el interior. Eran sus documentos de residencia en Estados Unidos. "En Nueva York todo era grande. Hasta la gente". Alex estaba fascinado. Se le vienen a la memoria las paredes frías e inmensas de ese hotel de Brodway que llevaba el nombre de su madre: Victoria. Esa noche (la primera) salió a escuchar jazz y se encontró nada menos que a Miles Davis.
Años después las luces de Las Vegas lo embriagaron de ilusión, pero por ser menor de edad no podía estar en los casinos, recuerda. No podía ni siquiera pasearse por esos ambientes llenos de derroche. Años más tarde, de nuevo en Las Vegas, fue contratado para tocar en el hotel Hilton, como baterista de planta. Hasta ese lugar llegaban invitados ilustres con los que Alex pudo tocar: Elvis Presley, Diana Ross, Frank Sinatra, entre otros.
También habla de su encuentro con la divinidad: "En 1979 fui rescatado y redimido por la Misericordia del Espíritu del Dios Viviente; también soy ministro de la palabra de Dios, músico levita-adorador, embajador del Evangelio de Jesús y diácono de la Iglesia The Church on the Way of Van Nuys de California".


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