Lorena, Marisa y Nélida son tejedoras del barrio Las Flores. Integran una cooperativa subvencionada por la Municipalidad, en donde se pasan el día haciendo bufandas, mantas y carteras artesanales. Las mujeres son cabezas de hogar y, entre las tres, tienen trece hijos que alimentar. Por primera vez en los cinco años de vida de este microemprendimiento sus productos están a la venta en un local comercial. "Es una posibilidad que tenemos para no depender de los planes de empleo para poder comer", dijo Lorena Otto, de 26 años.
Tejer una bufanda en un telar lleva ocho horas de transpiración en el galpón de Violeta 1756, otras 10 horas lleva hacer una cartera y 12 más terminar una manta. Pero el esfuerzo tiene su premio. Hoy, decenas de estos productos pueden verse en las vidrieras de Sólido, de Córdoba y bulevar Oroño, Mitre entre Córdoba y Rioja y en el Palace Garden.
En abril del 96, alrededor de cincuenta personas integraban la Cooperativa de Tejedoras Itatí, pero poco a poco las mujeres fueron dejando el proyecto. "Veían que no entraba dinero y eso desalentaba a la gente", recordó Lorena. Sus trabajos sólo se vendían en eventos municipales o bien por pedido. Pero algunas siguieron adelante y conformaron un grupo que en estos días tendrá la posibilidad de vender sus productos al público.
Actualmente, en el galpón de calle Violeta, en pleno barrio Las Flores, conviven distintos microemprendimientos, monitoreados profesional y técnicamente por el Servicio Municipal de Empleo.
El caso de las tejedoras es muy particular. Desde que sus productos están exhibidos en los locales céntricos de Sólido -quien cede el espacio gratuitamente y no recibe dinero por la venta- ya tuvieron que incrementar su labor. "Ahora hacemos diez trabajos por semana, y ya estamos pensando en que ingresen más personas a la cooperativa", dijo Lorena.
La subdirectora del Servicio Municipal de Empleo, Ana María Castro, destacó que "por primera vez un local de Rosario le cede el espacio a un grupo de trabajadoras de un microemprendimiento comunitario, con un apoyo totalmente desinteresado".
For export
La iniciativa de las tejedoras fue impulsada por la diseñadora rosarina Graciela Vrech, quien coordina el equipo de trabajo y maneja el marketing para la distribución de los productos. Pese a que Vrech es una experta en diseño, prefirió ir a las fuentes para interiorizarse de las distintas técnicas. Ya en México, conoció el modo de trabajo de los aborígenes mayas en la región zapatista y se lo trasladó a las mujeres carecientes de Las Flores.
Estas técnicas se fueron estilizando en los últimos meses y hubo distintas muestras que ya se colocaron en el exterior. Así, gracias a una gestión del consulado francés, los diseños se llevaron a París. Con la intención de abrir un potencial mercado estadounidense, distintas muestras viajaron también hasta Nueva York.
"Ojalá que la gente lo acepte. Para nosotras, que no tenemos más que la primaria terminada, esto es importantísimo", dijo Lorena, quien junto a Marisa Abramor, 5 hijos, y Nélida Muñoz, 7 hijos, conforman un grupo de tejedoras comunitarias en la parroquia de Itatí. "Eso nos llevó a ponerles el nombre de la Virgen a la cooperativa", dijo la joven que es madre de un hijo y único sostén de su hogar.
En el local de Sólido de Córdoba y Oroño la gente se detiene a mirar la novedad que desde hace unas semanas ofrecen las vidrieras de los tres comercios de la firma. Las bufandas, mantas y carteras están hechas en lana con poliester y se ofrecen al lado de un cartel que dice "Cooperativa de Tejedoras Itatí", mezcladas entre jeans, camperas y camisas fashion. Las mujeres de Las Flores, cada vez que ven su trabajo en las vidrieras, sólo atinan a sonreír.