Teherán. - Ya antes de ser reelecto, el presidente iraní Mohammad Jatami, de 57 años, había declarado que un segundo triunfo electoral sería una indudable confirmación de su política, de reafirmar la democracia islámica en el país. Pero, con ello, el presidente reformista debería enfrentar nuevamente también la cerrada resistencia del clero conservador. Ya una vez la carrera política de Jatami se había enfrentado a la presión de los conservadores, en 1992, cuando tuvo que renunciar como ministro de Educación por las críticas a su política liberal.
Tras algunos años como director de la Biblioteca Nacional, moderados y liberales hicieron de Jatami su candidato a las elecciones presidenciales de 1997. Inesperadamente, reunió entonces el 70% de los sufragios. En su primer período presidencial, el movimiento reformista tomó cuerpo en Irán.
Su política liberal-cultural -incluyendo la libertad de prensa y las libertades sociales- estimuló a Occidente y a los países árabes a terminar el aislamiento político del régimen de los mulás iraníes. Comenzó una nueva era, que Jatami calificó como "diálogo de las civilizaciones".
Los mulás, en contra
El presidente mismo, además de árabe, habla inglés y alemán, que aprendió en los años 70 como director del Centro Islámico en la ciudad de Hamburgo. Mientras en el exterior se incrementa su prestigio, en el propio país los mulás conservadores tratan de bloquear su política de reformas con registros policiales en los periódicos opositores y el arresto de sus más cercanos colaboradores.
Jatami está casado, tiene dos hijas y un hijo de 13 años. Su hija mayor, de 25 años, estudia en la Universidad Técnica de Teherán, mientras su hermana, cuatro años menor, ha cumplido su educación secundaria. Para Jatami, aficionado también a cocinar, su esposa, de 50 años, es la "jefe de la familia", con lo cual quiere manifestar su respeto por la mujer en la sociedad islámica. En todo caso, lamenta que su esposa no tenga licencia de conducir. Y, en lo que respecta a sus dos hijas adultas, declara que no obligará a ninguna a casarse con quien ella no quiera. También una silenciosa provocación para los clérigos islámicos.
El actual mandatario, quien introdujo reformas políticas y sociales sin precedentes en la república islámica, necesitaba una elevada participación para poder culminar su trabajo. "Lo importante es que la gente debe votar", dijo Jatami depositar su voto en una mezquita de un adinerado suburbio del norte de Teherán. "Deberíamos proporcionar un ambiente seguro para que todos los iraníes, los que residen aquí y en el extranjero, contribuyan con el desarrollo del país", dijo.