Tres hombres armados perpetraron la mañana de ayer un rápido y audaz atraco en la sede de la Asociación Empleados de Comercio, ubicada en el microcentro de la ciudad, de donde se alzaron con un botín estimado en 700 pesos. Durante el golpe, los delincuentes obligaron a varios empleados a mantenerse boca abajo en el piso de la oficina y uno de ellos fue esposado, aunque finalmente nadie resultó lastimado. El robo ocurrió minutos antes de las 11 de mañana en el edificio de Empleados de Comercio ubicado en Corrientes 450 cuando en el lugar había una importante cantidad de empleados y afiliados. La acción de los ladrones se centralizó en el segundo piso del edificio, donde tiene sus oficinas la contaduría y frente a ella el comedor gremial, al que diariamente concurren numerosos agremiados. De acuerdo a lo relatado por los empleados, los ladrones aguardaron en el hall de la oficina la llegada de uno de los encargados del sector, Fernando Oscar Alberto, ya que en función de la seguridad la puerta de acceso a la contaduría permanece cerrada y sólo se abre desde adentro mediante un portero eléctrico. Alberto fue sorprendido y amenazado por los ladrones, que le pusieron un arma en la cabeza y lo obligaron a tocar el timbre para que sus compañeras le abrieran la puerta. "Cuando entró con los otros hombres pensamos que era una broma. Pero enseguida los ladrones mostraron un arma. Nos dijeron que era un asalto, que nos arrojáramos al piso y nos quedáramos quietas", indicaron las asustadas empleadas. Los ladrones amarraron a las empleadas y esposaron a Alberto, que llegó a recibir un golpe en la cabeza por desobedecer las ordenes de los asaltantes: "«no nos miren a la cara, cumplan con lo que le pedímos y entreguen el dinero»", dijeron los ladrones. Además advirtieron a los empleados para que no toquen sus pertenencias. "Eran profesionales, sabían lo que hacían", fue la conclusión de los empleados. Después de controlar a los trabajadores, los ladrones exigieron la entrega del dinero de la caja y una llave. Alberto les entregó la caja chica, en la que estiman había apróximadamente unos 700 pesos. Sin embargo, cuando vieron el dinero que había, empezaron a exigir más y se produjo un momento de mucha tensión. "Tratamos de calmarlos y les ofrecimos cheques, pero no los quisieron", explicó Cecilia, una de las mujeres que durante el asalto estuvo arrojada en el piso de la oficina. "En ese momento me puse muy nerviosa. Pensé que cualquier cosa podía pasar", señaló. Sin embargo todo concluyó rápidamente. Los ladrones abandonaron el lugar con el escaso botín y se perdieron entre la numerosa gente que a esa hora cercana al mediodía caminaba por el centro de la ciudad. Los investigadores también sospechaban anoche que un cómplice, a bordo de algún vehículo, haya estado esperandolos en la puerta para escapar. Rápidamente llegaron frente al céntrico edificio numerosos móviles policiales y en un primer momento la policía especuló con que los asaltantes se hubieran quedado agazapados en el interior de la sede. Sin embargo, luego de una pesquisa se comprobó que ya no estaban.
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