La policía constató que en el departamento no había cerraduras forzadas y que el o los asesinos ingresaron de forma no violenta. Para los investigadores era evidente que la mujer fue asesinada por alguien que conocía los movimientos del lugar. A esa primera conclusión arribaron porque la puerta de calle del edificio sólo puede abrirse con llave y a la hora en que ocurrió el crimen, de noche o madrugada, el consorcio tiene establecido por reglamento la desconexión del dispositivo del portero eléctrico que abre la puerta. Es decir que quien toque timbre a esa hora debe esperar que alguien baje a abrirle. Quienes conocían a Rebeca creen que es imposible que, estando sola en su departamento, haya bajado hasta la planta baja a abrir la puerta de ingreso a algún conocido. Sucede que la mujer sufría desde hace mucho tiempo una seria enfermedad en los huesos, el mal de Payet, que prácticamente la había dejado postrada. "Ultimamente no salía ni para sacar la basura", contó una vecina del mismo piso. Ese dato, sumado a la ausencia de roturas en las aberturas, hace suponer a los investigadores que el o los asesinos ingresaron al departamento con una llave original cuando la víctima dormía, aprovechando que era sorda. Los vecinos definieron a Svaiger como una mujer solidaria y buena. Todos la consideraban como una excelente persona aunque los problemas de salud que sufrían ella y su esposo los ponían a menudo en una situación compleja. "Los dos son muy viejitos y no podían vivir más solos. Tendrían que estar en un geriátrico", dijo otra habitante del piso 3.
| |