Dora Schwarzstein
Entre 1938 y 1942 se fundaron en Buenos Aires Sudamericana, Losada, Emecé y otras editoriales más pequeñas, como Nova, Botella al Mar, Pleamar, Nuevo Romance, Poseidón, BaJel y la Vaska Ekin. En todas ellas tuvieron un papel destacado exiliados republicanos o españoles residentes en la Argentina. Estos sellos permitieron la edición de la literatura española del conjunto del exilio y de escritores que la censura impedía conocer en España. Los exiliados residentes en la Argentina pudieron publicar en ellas sus obras, y en algunos casos, dirigir colecciones, ilustrar obras o realizar de tanto en tanto una traducción(...). La editorial Losada constituyó un caso muy singular. Gonzalo Losada había sido durante varios años empleado de la Papelera Española, editora del primer diario moderno de España: El Sol de Madrid. En él colaboraron desde Ortega y Gasset hasta Marañón. La Papelera Española creó la editorial Espasa Calpe. Desde 1925 existía una sucursal argentina de Espasa Calpe en Buenos Aires, al igual que en México y Colombia. Don Gonzalo Losada llegó a la Argentina en 1928 en un viaje turístico. Sin embargo, como él mismo lo ha señalado, el impacto que le produjo Buenos Aires habría de cambiar el curso de su vida: Mi generación no sabía nada de América. En el colegio nos enseñaban historia excluyendo la independencia de las colonias. Sin embargo, a todos los españoles nos atraía el misterio de este continente. Al llegar quedé impresionado por la hospitalidad de la gente, el estrecho contacto con Europa, el fervor popular en la época de Yrigoyen. Entonces pensé quedarme un tiempo al frente de una sucursal. La Argentina además de parecerle a Losada un "país pujante y próspero, con una vitalidad cultural incomparable", resultaba una ubicación conveniente para manejar los negocios de Espasa Calpe en la zona sur del continente, es decir el Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil. Don Gonzalo se instaló en Buenos Aires, quedando al poco tiempo también al frente de la sucursal argentina de la empresa. En 1936, a poco de estallar la Guerra Civil, las relaciones con España prácticamente se cortaron y la distribución de libros en la Argentina y el resto de América se encontró en dificultades. La opción era entonces desaparecer o iniciar la publicación de libros directamente en la Argentina. Losada optó por la segunda estrategia y a partir de 1936, luego de convertir la casa de simple sucursal en sociedad anónima con el nombre Espasa Calpe Argentina SA, comenzó a publicar libros. El nuevo sello editorial inició sus actividades con la publicación de la Colección Austral, que dirigía Guillermo de Torre y cuyo primer título fue "La rebelión de las masas", de José Ortega y Gasset, en septiembre de 1937. Las colecciones científicas, literarias, pedagógicas, de grandes biografías, de manuales de enseñanza que se publicaron en la Argentina en esos años, además de llenar una necesidad de los públicos lectores, servían para poner freno a la piratería editorial que se había desatado al desaparecer de los mercados los libros procedentes de España. El éxito de la nueva empresa fue enorme, pero en 1938, cuando casi todo el área peninsular estaba ya ocupada por las fuerzas nacionalistas, la casa central exigió que nuevamente los libros se editaran en España. En la Argentina se podrían seguir editando las colecciones de manuales de enseñanza y alguna otra, pero los temas y los autores serían seleccionados por la casa española. En síntesis, los libros que se publicarían debían ser aprobados desde España. Esto significaba una definida censura de autores argentinos y americanos, así como españoles. La situación se hizo aún más tensa cuando la casa española de Espasa Calpe hizo públicas sus simpatías pro franquistas. Gonzalo Losada no dudó en ese momento en hipotecar su casa, vender su auto y con ese capital, junto con Guillermo de Torre, Atilio Rossi, Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Luis Jiménez de Asúa y Francisco Romero, fundar su propio sello editorial. Losada, la «editorial de los exiliados», constituyó un hito en la industria editorial no sólo argentina sino de toda América. El mismo Gonzalo Losada expresó, al celebrarse el vigésimo quinto aniversario de la editorial, los motivos que lo llevaron a esa fundación: La editorial nació ante todo por un imperativo de libertad y de servir sin tropiezos y sin intervenciones ajenas en la labor de editar o distribuir las obras que, a mi juicio, merecían o debían ser publicadas, si las condiciones generales lo permitían. Quería además dar empleo a los exiliados republicanos que por esos años llegaban a la Argentina. Rápidamente la editorial se convirtió en el centro de una intensa convivencia de exiliados republicanos e intelectuales argentinos y españoles que habían residido en la Argentina desde antes del estallido de la guerra, como Guillermo de Torre, Diego Abad de Santillán y Amado Alonso. Estos últimos oficiaban de introductores de los recién llegados. Así, Francisco Ayala trabajó en Losada como traductor, allí publicó varios libros y hasta fue empleado a sueldo. También Lorenzo Luzuriaga, cuando se trasladó a Buenos Aires desde Tucumán, ocupó un cargo jerárquico en la editorial Losada, donde estuvo a cargo de tareas de asesoramiento y selección de textos. Publicó, asimismo, la serie de libros pedagógicos que antes había editado en España. Manuel Lammana trabajó en la sección literaria con Guillermo de Torre haciendo corrección de estilo y traducciones. Lammana se integró a Losada desde su llegada a la Argentina, a comienzos de la década de 1950 y hasta que fue contratado como profesor por la Universidad de Tucumán, en 1957. Fue el primer traductor en lengua española de la obra de Sartre, a cuya difusión contribuyó también mediante sus comentarios y clases universitarias, que pronto continuaría en la Universidad de Buenos Aires. La Editorial Losada fue la tribuna del pensamiento republicano español en la Argentina. Se editó allí toda la obra literaria de la generación del 27: Federico García Lorca, Rafael Alberti, León Felipe, entre otros. La editorial publicó libros de los españoles radicados en todos los rincones del mundo. Losada fue una importante editorial argentina, pero fue indudablemente la «editorial de los exiliados» y su catálogo estaba prohibido en España. (Fragmento de "Entre Perón y Franco")
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