Carolina Taffoni
Antonio Birabent se despega con facilidad de lugares por los que otros pagarían. Eso ya lo convierte en un bicho raro. Ahora, por ejemplo, se quedó sin el ciclo "Un mundo de sensaciones", que se emitía por América, pero parece que la pérdida ni le importa, porque está preparando su nuevo disco que piensa editar entre julio y agosto. El currículum de Birabent parece muy extenso para sus 31 años. Pasó por el cine ("Tango feroz"), la televisión ("Verdad/Consecuencia", "Por ese palpitar", "Un mundo de sensaciones"), fue periodista de rock y también editó cinco discos. Además es el hijo de Moris, una leyenda del rock nacional. Sin embargo no es esa larga lista de actividades lo que define a Birabent, sino su persistente fama de galán alternativo, con aires de mundano y artísticamente creíble. Del otro lado del teléfono, con voz grave y en un tono siempre serio, Birabent habló con Escenario de su nuevo álbum, de la influencia de su padre, de su conflictiva relación con la televisión y su personaje de "Verdad/ Consecuencia", de las diferencias irreconciliables entre sus discos y de su convicción de quedarse a vivir en la Argentina. -¿Cómo describirías tu próximo compacto? -El disco conserva esa esencia curiosa de los dos últimos, "Azar" (1998) y "Anatomía" (2000), pero también rescata algo de los dos primeros, "Todo este tiempo" (1994) y "Morir y matar" (1995), que es un poco de furia... -Pero vos una vez dijiste que tus primeros discos te daban un poco de vergüenza. -Es cierto, pero con el tiempo pude escucharlos con más calma. Creo que en "Morir y matar" hay buenas canciones, que anunciaron en cierta forma lo que iba a pasar con "Azar". El productor, Cachorro López, fue muy importante entonces, porque me introdujo a un mundo maquinario, me actualizó. -El tema "Tengo", la cortina de "Un mundo de sensaciones", ¿va a estar en el disco? -Eso está en discusión, porque por un lado el programa se termina, y por otro yo siento que el tema pegó en la gente. Tal vez debería ponerlo y no dudar tanto, que el programa haya terminado tampoco es un hecho dramático. -Estás tocando en vivo con tu papá, ¿todavía te hacen sentir que sos el hijo de uno de los pioneros del rock nacional? -No. Yo viví mucho tiempo fuera del país, en una situación en la cual él no era ningún mito. Además yo tengo una visión muy clara de lo que soy. Hay gente que lo conoce a Moris por ser mi padre, y eso no lo desacredita. -¿Cómo influyó Moris en tu carrera? -La primera influencia positiva de mi padre fue no haber insistido para acercarme a la música. Si hubo influencia fue involuntaria. Yo desde chico estuve relacionado a sus shows y sus discos, colaborando con él, aprendiendo el escalafón del negocio. Fui plomo, asistente, iluminador, músico de su banda y finalmente compositor. Fueron diez años de aprendizaje. El me transmitió su dedicación casi obsesiva a la música, esa necesidad de hacer canciones. -¿Cómo tomaste la noticia de que se terminaba "Un mundo de sensaciones"? -Yo soy exageradamente optimista con todo lo que me pasa. Es una actitud natural. Creo que el programa cumplió un ciclo, y también creo que llegó a la gente. No me parece prioritario juzgar cuantitativamente un hecho creativo. No tengo esa idea de las cosas. -¿Sentís que ahora los canales están más exigentes con el rating? -No sé, yo no tengo televisión en mi casa, no tengo una noción de cuánto se ve la tele. Tampoco me importa. Siempre se habla de cuánta gente te ve, pero para mí el rating es como el riesgo país. Son cifras relativas que no me interesan. -¿Tenés algo que reprocharle a la televisión? -No, porque no la veo. Sólo miro los programas que hago. En mi tiempo libre me dedico a componer, a mis amigos, a las mujeres o a salir a correr. Trabajar en la tele me gusta, pero no es imprescindible para mí. Me cuesta mucho aceptar algo en televisión, porque a veces te ofrecen cosas muy berretas. -El personaje de "Verdad/Consecuencia", ese tipo colgado y apático, ¿se te quedó pegado o vos sos así realmente? -Cuando trabajaba en "Verdad/Consecuencia" la gente me paraba por la calle y me decía: "Me encanta porque hacés de vos mismo, un chico despistado". Y para mí era un halago, porque yo no tengo nada que ver con esa personalidad. Lo que pasa es que para la gente es más fácil y más atractivo imaginar que el actor es como el personaje. La gente cree que si algún día se encuentra con Robert De Niro el tipo va a hacer la misma mueca que en las películas, que va a ser un duro, y a lo mejor es un tipo que tiene miedo hasta de cruzar la calle. Yo no soy para nada colgado, al contrario, soy un obsesivo, un perseguido de los horarios. Mi apego a las agendas es enfermizo. Me vendría bien ser un poco como el Martín de "Verdad/Consecuencia". -¿Te considerás un actor profesional? -Desde muy chico yo quería actuar. Pero para mí no es una obligación, lo hago porque me gusta, porque me da placer. Soy muy responsable y muy obsesivo con el trabajo, pero me gustaría conservar una dosis de amateurismo, no quiero estar totalmente acomodado en el sillón del profesional. -¿Te sirvió la televisión para trascender como músico? -No, no creo que haya vendido ni más ni menos discos por trabajar en la televisión. Además mi base es musical, yo he estado mucho tiempo sin trabajar en la televisión. Sin embargo no concibo mi vida sin grabar discos. -¿Cómo diste el salto entre tus dos primeros discos y "Azar" y "Anatomía", que son tan diferentes? -Tal vez públicamente se notó un salto, pero la gente no está en mi casa viendo lo que yo hago cuando no estoy grabando discos. El tema de la experimentación sonora era algo que yo venía insinuando desde hace tiempo. Hay canciones como "Frágil", la que cierra "Todo este tiempo", que hoy podría tocarla perfectamente a la manera de "Azar" o "Anatomía", y nadie diría que es una canción de otro lugar. -Vos sos músico, actor y también hiciste periodismo. ¿Todo eso te lo propusiste como meta o se fue dando naturalmente? -Yo trabajo para lograr las cosas, con mucho esfuerzo y mucha constancia. Ahora, por ejemplo, también estoy escribiendo cuentos cortos. Pero yo no veo distancia entre las cosas que hago, siento que están muy conectadas. -Tus programas suelen tener mucho público femenino, ¿te considerás un galán? -No, no sé muy bien qué significa el término. Me suena medio argentino, medio berreta... Creo que soy más un seductor, eso me gusta. Toda la gente que admiro es seductora. La seducción es una forma de engalanar la vida, de darle a la gente algo más bonito que la realidad. Pero en mi visión la seducción no es una simple apariencia, es algo más profundo. Cuando yo me siento seducido mirando un cuadro, escuchando a Chopin o un tango, quiero saber lo que hay detrás. Y eso sí me interesa, ser alguien que despierta curiosidad en la gente. -¿Alguna vez te sentiste invadido o molesto por la mirada ajena? -No, porque la gente devuelve lo que le dan. Yo respeto a la gente con mi trabajo, y ellos se dan cuenta de eso, de cuáles son mis parámetros. Yo hago mi vida muy tranquilo. -Vos viviste en España durante 12 años. Ahora que muchos se están yendo parece que vos te estás quedando... -Yo creo que hay que quedarse en la Argentina. Sé que parece contradictorio, porque viví mucho tiempo afuera, pero la verdad es que yo soy más feliz acá. Me gusta ser local. Acá tengo gente que quiero y disfruto de estas calles. Creo que los problemas de la Argentina se pueden solucionar con actitud y quedándose en el país. A mí me da pena que se esté yendo tanta gente, pero no tengo autoridad para opinar sobre ese fenómeno. Los otros también tienen derecho a probar distintas experiencias.
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