| | Editorial Auspiciosa sorpresa
| Los datos, positivos, provocaron perplejidad en quienes, basados en la mera observación empírica, tenían una visión oscura de la situación del trabajo en Rosario. Sin embargo, contradiciendo esa escéptica lectura, la Encuesta de Indicadores Laborales mostró que la ciudad se encuentra en una posición relativamente mejor que la de Córdoba y Buenos Aires en la materia, acaso la más dura de rendir entre todas las que componen el difícil presente argentino. Allí, sobre una mesa de la Redacción de La Capital, estaban los datos, para estupor de muchos. Y permitían enterarse de que, mientras en la pujante urbe mediterránea y en la capital nacional se habían registrado caídas en la tasa de empleo, 2,2 y 0,7 por ciento respectivamente, en esta ciudad la creación de trabajo formal se incrementó el 0,7 por ciento en un año. De acuerdo con el titular de los Equipos de Investigación Social (Consultora Equis), Artemio López, eso representa nada menos que "mejores condiciones de empleo y salario". Claro que de inmediato el sociólogo introdujo una dosis de realismo en el análisis, al advertir que se trata de un movimiento muy mesurado que todavía no permite un desborde de optimismo, sobre todo ante la acechante presencia de otros indicadores mucho menos halagüeños. Días atrás, en esta misma columna, se hacía mención a la importancia de mantener la esperanza, decisivo punto de apoyo en circunstancias tan complejas como la que hoy se vive. Y en este caso, pese a lo acotado del progreso conseguido, los datos objetivos permiten fortalecer tal disposición, enteramente espiritual. En ese sentido fue que se explayó, justamente, el secretario de Empleo municipal, Angel Elías, cuando aseguró que Rosario es dueña de "condiciones especiales para salir de esta situación de declive". ¿En qué consisten esas "condiciones especiales"? Acaso en el repunte experimentado por el sector servicios o en la favorable expectativa que despiertan grandes obras de infraestructura en marcha, como el puente a Victoria. Elías aportó otro elemento, tal vez subestimado: "La calificación de los recursos humanos". Es decir, en lenguaje más sencillo, la buena voluntad y la capacidad de la gente. Demasiado color rosa en la paleta, podría decirse. Pero -si bien mínimo- el incremento que muestran sectores concretos de la economía, como servicios comunales, sociales y personales, o servicios financieros a las empresas, así como el alza de actividad en dos rubros clave, la construcción y la actividad manufacturera, permite eludir el pantanoso terreno de la subjetividad y afirmar, desde una base más sólida, que se vislumbra una pequeña luz al final del túnel.
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