Según Biglieri, el 29 de mayo de 1966 y con un discurso insolente el entonces general Pascual Pistarini dio luz verde para organizar el asalto a la Casa Rosada. Los servicios de información ya habían alertado a Ilia que además había recibido el apoyo del comandante del II Cuerpo de Ejército en Rosario, general Caro, quien le ofreció trasladar la capital de la República a esta ciudad con el respaldo de sus fuerzas. La estrategia incluía dejar sentado en un acta el apoyo de los militares rebeldes al gobierno constitucional y sus autoridades, de modo que al ocurrir lo previsible, quedasen descolocados frente a la opinión pública como violadores del pacto firmado. Esta medida avalaría el traslado del gobierno de Illia a Rosario y quitaría legitimidad a los golpistas. Pero las cosas no ocurrieron así. Ni Pistarini ni sus compañeros firmaron el acta, aduciendo que bastaba su palabra de honor para apoyar al gobierno democrático. "Ya no hay nada que hacer", cuenta Biglieri que dijo un enigmático Illia sobre el proyecto de traslado y que en ese momento sólo conocían unos pocos.
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