Año CXXXIV
 Nº 49.129
Rosario,
domingo  27 de
mayo de 2001
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Secretos para ser joven por siempre
Babasónicos festejó su cumpleaños sin nostalgias

Carolina Taffoni

"Era tan viejo entonces. Soy mucho más joven ahora", cantaba Bob Dylan en "My Back Pages". El mismo fenómeno se da con los Babasónicos, y se pudo comprobar el jueves pasado en su show en la sala Lavardén. Adrián Dárgelos y compañía se reciclan de tal manera que, a pesar de cumplir diez años de carrera, todavía conservan el status de jóvenes, novedosos, estimulantes e irreverentes. También se podría pensar que el rock nacional, entre tanto rescate de la edad de piedra, empuja a los Babasónicos a esa posición del grupo que siempre hace punta y no tiene derecho a ser masivo por ser diferente. Todo depende de cómo se mire...
Lo que tiene una sola versión es que, en vivo, el grupo no tiene quién le empate. Sobre el escenario, Babasónicos es como una película con una banda de sonido inmejorable. El grupo puede pasar de la psicodelia más climática al rock más cuadrado y soberbio, de la música para cine de los 60 al narco-corrido mexicano, del funk más duro a la disco music más bailable e irresistible de los 70, de la canción de amor más melosa a la ironía más ácida.
La puesta de Babasónicos es la mejor que tiene y tuvo en mucho tiempo la escena del rock argento (por no decir la única). El grupo, a través de la actuación estelar de Adrián Dárgelos y la intervención especial de Diego Uma, recupera ese espíritu escénico de los 70, cuando todo el show se concentraba en el escenario y el público era un espectador hipnotizado, siempre sorprendido.
Dárgelos se mueve como un Freddie Mercury en miniatura, se contonea como el sex symbol de una sátira clase B, se transforma en el personaje de las letras de sus canciones, y como si eso fuera poco canta bien. Cuando la escena se pone caliente Diego Uma se deshace de la guitarra y empieza a bailar a lo Travolta, tontea por el escenario con plumas en la cabeza, recordando al indio de Village People. La iluminación crea claroscuros, y a veces las siluetas de los Babasónicos quedan recortadas como para la tapa de un disco en vivo.
La gente que llenó la Lavardén pedía viejos hits como "D-Generación", "Poder Ñandú" y "Malón". Pero es evidente que Babasónicos tiene poco tiempo para mirar atrás, y convirtió al recital en una fiesta de cumpleaños del presente, sin ningún tipo de nostalgia. El grupo adelantó algunos temas de su próximo disco, "Jessico", que se edita el mes que viene. "La Fox" es un boogie machacoso que remata con un pasaje más lento y sexy, y "Soy Rock" tiene los bríos de las canciones para estadios de Queen, en versión más potente y pesada. Pero la que sobresalió fue "Pendejo", un rock furioso y distorsionado, con un riff penetrante y un estribillo que reza con bronca: "Lo importante no es vivir/ lo importante es olvidar".
Para compensar con el pasado, los Babasónicos transformaron al teatro en un boliche con dos versiones bien bailables de "Sheeba Baby" y "Paraguayana", mientras no eran pocos los que se quejaban por la imposibilidad de bailar entre las butacas.
Los puntos más altos del show se dieron con los temas de "Miami". En medio de tanto cruce de influencias los Babasónicos son capaces de encontrar canciones entrañables, como la embriagadora "4 AM" y la bizarra "Gustavo Show". No faltó el hit "Desfachatados" ni el final con el grupo como una máquina de rockear con "Seis vírgenes descalzas" y "Combustible". La gente se fue con ganas de más, pero la fiesta había terminado, y los Babasónicos salieron corriendo, como siempre, ansiosos por el futuro.



El grupo adelantó en vivo temas de su próximo disco.
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