Entre 1998 y lo que va del año 2001, la pérdida de competitividad por manzana, pera y cebolla de la Patagonia es de 300 millones de pesos. En las frutas, el 21 % de problema se debe al tipo de cambio con Europa, y el 26 % a la devaluación en Brasil. Otro 13 % está representado por la baja de precios de los mercados. Para la cebolla, Brasil influye en un 57 % por su tipo de cambio, mientras que un 26 % se lo lleva el clima, que implica un menor rinde. Pero lo más grave del sector frutícola pasa por el eslabonamiento productivo y comercial de la actividad en las provincias de Río Negro y Neuquén. Actualmente, representa el 71,2% de la superficie cultivada del país, que es de 53.500 hectáreas. A esto hay que sumarle un 84,7 % de la producción y el 95 % de las exportaciones en frescos e industriales. La cosecha estimada para el 2001 de 1,7 millones de toneladas, en comparación con su proyección al 2005, se interpreta como un récord desde le punto de vista estadístico. Las dos provincias comercializan el 55 % en fresco y el 45 % se industrializa. El 32 % de la cosecha de fruta regional corresponde a peras, mientras que el 68 % restante a manzanas. En 1999, las frutas en fresco se comercializaban en un 54 % en los mercados externos (48 % Europa, 28 % Brasil y 24 % otras regiones), mientras que el 46 industrializada para elaborar jugo concentrado y deshidratado, se exportó en un 95% a EEUU. Con 3.700 productores independientes e integrados y luego de haber alcanzado 6.000 a principios de la década del "90, el sector peras y manzanas arrastran una deuda bancaria de 267 millones de pesos (Diciembre 2000), de la cual el 78% corresponde a 130 empresas integradas e industriales y el 22% a productores independientes. La morosidad del sistema bancario para esta actividad es del 62%, considerando en esta categoría de créditos en situación 3, 4, 5 y 6. Las empresas actuales en concurso de acreedores son 28, aunque según las estadísticas del BCRA deberían sumarse por cuasi-cesación de pagos otras 40 empresas en el corto plazo. Al mismo tiempo, según registros bancarios, la morosidad por falta de pago se ha incrementado del 36 % (Junio 1998) al 62 % a Diciembre del año 2000. El alto deterioro de la competitividad de la actividad comienza a partir de 1998, con deudas comerciales para la producción y comercialización en fresco (fiscales, laborales, proveedores, importadores y financieras no bancarias en Argentina), que han sido estimadas en 360 millones de pesos, mientras que para el sector industrial (jugo concentrado) esa cifra llega a 11 millones. Sin embargo, en el tratamiento sobre el entorno competitivo de las frutas y hortalizas, Marcelo Santos afirma que la visión financiera de las economías regionales no cuenta con un alto endeudamiento bancario si se la compara con la necesidad de capital de trabajo. En este punto, la deuda bancaria es igual a 1 año de capital de trabajo, a diferencia de los 2 ó 3 años que tiene este indicador si se lo compara con la frutihorticultura de nuestros competidores. La actividad frutícola de Argentina tiene un capital o patrimonio neto de 663 millones, considerando un activo de 1.307 millones y un pasivo de 644 millones de pesos. Los 224 millones de dólares que perdió este segmento entre 1998 y el 2000, se reflejan en el análisis patrimonial de unos 180 millones y en la descapitalización por el orden de 40 millones de pesos.
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