"Habría que desagraviar a la Bolocco después de esto", concluyó el remisero Edgardo Montecherini. "Se armó un lío bárbaro porque apareció envuelta en los colores de la bandera, y nuestros funcionarios no se acuerdan de ponerla ni en las plazas. ¿Quién entiende a este país?". Buena pregunta la del remisero 54, en especial para un día en que las empleadas del híper Carrefour, más francés que Jacques Chirac, repartieron infinidad de escarapelas y banderitas dentro y fuera de un salón vestido de celeste y blanco, mientras que dos de cada tres lugares públicos de Rosario aparecieron huérfanos de cualquier -aunque fuera mínima- evocación. La Capital encontró en la recorrida mentes despiertas. "El mástil del McDonald's de Caferatta y Córdoba tiene la bandera argentina, pero el de la Facultad de Ingeniería está vacío", apuntó un taxista. "Increíble, lo comentábamos esta mañana con los muchachos en la parada de la Terminal de Omnibus, mientras escuchábamos cómo los oyentes se quejaban por la radio porque no había banderas en los edificios", explicó. Cronista y fotógrafo de este diario visitaron luego los lugares señalados y corroboraron los dichos. "¿Usted anda pidiendo opiniones sobre este tema? ¿No se le ocurre alguno más importante en el medio del drama económico que estamos viviendo?", contestó Vilma Saavedra mientras salía de otro súper y se esforzaba por cruzar el carrito (bastante lleno) en Urquiza al 1600. El Coto mostraba un paño celeste y blanco de tres metros en su fachada, que desde la vereda de enfrente atrajo la mirada de Vilma. En las cajas había grandes escarapelas. "Le voy a dar un dato que sabrá agradecer", dijo la mujer: "La plaza San Martín no tiene hoy la enseña patria. Con eso le digo todo", concluyó, mientras en su rostro se despertaba una mirada pícara. Nada menos que en la plaza donde se erige el monumento del prócer mayor de la patria ("Fíjese, de paso, como lo dejaron los graffiti", fue el pedido), se olvidaron de poner el símbolo, tal cual lo había notado Vilma al salir de su casa. Buen aporte para la pregunta infinita del remisero. ¿Quién entiende? Como había señalado el taxista, la bandera no sólo estuvo ausente en lugares públicos, sino en los balcones de los edificios. Julio Vacaflor, creador del programa infantil La Mamadera de donde surgió la iniciativa de coser la bandera más grande del mundo, opinó que "es una pena que siempre pase lo mismo, que digamos una cosa y hagamos otra: prometemos que vamos a embanderar los balcones pero nunca lo hacemos". Vacaflor anticipó que en el desfile del próximo 20 de Junio el estandarte que empezaron a confeccionar los pibes quizá supere el kilómetro y medio de largo, casi el doble de la ceremonia anterior. "Eso demuestra que los chicos son más inteligentes que los grandes", razonó Vacaflor. Hay que aclarar que el Monumento Nacional a la Bandera lució su pabellón celeste y blanco, como corresponde, tanto en el mástil mayor como en los dos escoltas y los 22 de ornamento. "No hay que exagerar: el 25 de Mayo no es el 20 de Junio", justificó Pablo Estrella, gestor, parado en la rotonda de Pellegrini y Oroño. Miró y encontró la bandera en el Museo Castagnino pero coincidió con La Capital en el detalle: desde Crespo hasta Necochea, por Pellegrini, hubo pocos vecinos de los departamentos que hayan engalanado los balcones. "Los edificios de las esquinas con Corrientes, Entre Ríos y Laprida, por ejemplo, están pelados. Estoy seguro de que si gana la selección sucede otra cosa", dijo Pablo. Idéntica postal a la de Pellegrini se notó por la avenida de la Libertad, en barrio Martin. Los 20 de Junio generalmente se advierte otro panorama en los altos edificios. "La verdad, no me fijé mucho en esto", confesó Mariela, de 25 años, jugando con su hijita Yéssica al lado del caleidoscopio del Parque España. A pocos metros estaba el mástil, obviamente sin bandera, y la entrada al Centro de la Juventud. "Si quiere una nota sobre los mástiles vacíos deténgase en lo siguiente -apuntó Mariela, ya gustándole el tema-. En Güemes y Dorrego, en la placita que se llamaba Del Rosedal, levantaron cuatro mástiles y le cambiaron de nombre: ahora es plaza Principado de Asturias. Cuando se inauguró hace tres años pusieron las banderas, que retiraron al día siguiente y nunca más pusieron". Cuando La Capital fue al lugar los mástiles lucían, en efecto, desiertos.
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