Para Assaf y Keren Dror debía ser el día más bello de sus aún jóvenes vidas. Los padres de la pareja habían invitado al casamiento en el salón Versalles, en el sur de Jerusalén, a cientos de familiares y amigos procedentes de todo Israel. Pero el festejo terminó en una gran tragedia. La orquesta apenas había empezado a tocar cuando el piso se quebró bajo los pies de los invitados, con un estruendo sordo.
"Hubo un ruido fuerte y sordo. Una espesa capa de polvo se levantó desde el centro de la pista de baile y todo se derrumbó", describió la catástrofe Rami Mordejai, uno de los sobrevivientes.
Aventura mortal
Cuando los padres de Assaf y Keren Dror planearon la boda, no sabían que se estaban internando en una aventura mortal. Ellos no pertenecen las familias israelíes ricas que se pueden dar el lujo de celebrar un casamiento en un gran hotel o uno de los numerosos y elegantes salones con parque de Jerusalén.
Aun así asistieron a la fiesta más invitados que lo usual para una celebración modesta. "Este salón de ningún modo fue hecho para tanta gente", declaró más tarde un representante de la industria de la construcción a una radio israelí.
Pero no sólo los malos materiales de construcción fueron los responsables de la catástrofe. Los invitados, que en medio del pánico buscaban desesperadamente las salidas de emergencia, se encontraron con las puertas cerradas.