El derrumbe de un edificio en el sur de Jerusalén que albergaba varios salones de baile causó anteanoche al menos 26 muertos, entre ellos varios niños, y más de 350 heridos, según las últimas cifras oficiales provisionales difundidas ayer, mientras que los rescatistas se afanaban en liberar a unas 12 personas sepultadas bajo los escombros del edificio. El alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, calificó el accidente ocurrido a las 17 (hora de la Argentina) como la catástrofe civil más grave desde la fundación del Estado de Israel, hace 53 años. Cerca de 100 ambulancias fueron movilizadas. El presidente israelí, Moshe Katvav, y el primer ministro Ariel Sharon visitaron ayer por la tarde el lugar del siniestro. En medio de los escombros el jefe de gobierno anunció la formación de una comisión de investigación. La Autoridad Nacional Palestina (ANP), de Yassir Arafat, que lleva ocho meses de especial confrontación con Israel, manifestó su pésame por la tragedia. La policía detuvo al propietario del edificio Versalles siniestrado y a un empresario de la construcción, sobre quien pesa la sospecha de haber eliminado cuatro pilares que servían de soporte durante obras de remodelación efectuadas hace algunas semanas. El edificio había sido construido hace 15 años. El ministro de Seguridad Pública, Usi Landau, ordenó abrir una investigación inmediata del hecho para depurar, en su caso, responsabilidades. Olmert aseguró que las tareas de recuperación de víctimas seguirán durante los próximos tres o cuatro días. Según las últimas investigaciones, -dijo- no se han encontrado pruebas que permitan conjeturar que la tragedia fue un atentado terrorista. "Esto ha sido un desastre, el derrumbe de un edificio con un terrible resultado, pero no ha sido una acción terrorista", aseguró. Muchos hospitales de Jerusalén han declarado el "estado de emergencia" porque se han visto desbordados por la amplitud de la tragedia. Miles de israelíes ya se han ofrecido para donar sangre para los heridos. Los equipos de rescate están acostumbrados a este tipo de operaciones, ya que han trabajado en terremotos en India y Turquía, entre otros, afirmó el portavoz del ejército israelí, teniente coronel Olivier Rafowicz. "Tenemos la mejor gente en Israel para afrontar este tipo de terribles incidentes", aseguró. La tragedia se produjo cuando en el tercer piso del edificio se estaba celebrando una fiesta de boda a la que asistían al menos 650 invitados. Cuando los invitados comenzaron a bailar, se les cayó encima el techo, a causa de lo cual se desplomaron -unos 15 metros-, a continuación los techos de los demás pisos, sepultando a decenas de personas. Momentos antes del siniestro, varios invitados a la fiesta habían alertado al dueño del salón de baile sobre la presencia de grietas en el suelo, que el propietario atribuyó a "movimientos telúricos".
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