Año CXXXIV
 Nº 49.124
Rosario,
martes  22 de
mayo de 2001
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Los hospitales, una zona vulnerable

No es la primera vez que el Hospital Centenario pierde información referida a sus pacientes. En julio del 99, la computadora del Servicio de Hemodiálisis y Trasplante con las historias clínicas de las personas que estaban sometidas a diálisis desapareció, sin dejar tras de sí puertas forzadas ni cerraduras rotas. Pero estos episodios son sólo una muestra de una colección de hechos delictivos que tuvieron como escenario a los dos efectores públicos provinciales. Tan así es que desde la administración de los nosocomios se llegó a suponer la presencia de "mafias" dentro de los hospitales.
El primero en denunciar la existencia de estas organizaciones fue el ex director del Provincial, José Tosoni. "Tengo la teoría de que existe una mafia metida adentro del hospital", aseguró el directivo después de que se produjera, en junio del 99, un sospechoso incendio en el sector de Contaduría del nosocomio. Y el ex director del Hospital Centenario Jorge Massarelli también dijo lo suyo cuando se robaron medicamentos para el tratamiento del sida del sector de farmacia: "Da toda la sensación de que se trata de alguien que sabía qué estaba robando y que conocía los movimientos".
A Tosoni no le faltaban razones. En el sector que resultó damnificado por el incendio se estaba llevando a cabo una investigación sobre supuestas irregularidades ocurridas entre el 95 y 96 en la rendición de salarios a empleados que no cumplían funciones en el centro de salud. Y esto no era todo. Un año antes del incendio, las salas de neonatología y terapia intensiva del hospital de Alem y 9 de Julio quedaron un domingo desabastecidas de oxígeno aunque el viernes anterior se había corroborado que la reserva del sistema llegaba hasta el martes. Meses después se robó una computadora y un dermatoscopio. Y cuando se instaló un reloj para el control de horarios del personal, el aparato fue arrancado de la pared, a metros de la oficina de Recursos Humanos.
Pero el Provincial no es el único que tuvo que padecer esta suerte. En septiembre del 98 el Centenario también sufrió un siniestro en un subsuelo donde funcionaban archivos de la institución. En ese momento, funcionarios del Ministerio de Salud de la provincia señalaron que el incendio fue intencional.
En mayo del 97, de la farmacia del efector de Francia y Urquiza se esfumaron 15 cajas de AZT y 13 cajas de 3TC (fármacos para enfermos de sida). El director del Centenario denunció también que "al menos una o dos veces por semana" se denuncian faltantes internas como ropa de cama, productos de limpieza, tubos de oxígeno y hasta computadoras. En tanto, los lamentos por las pérdidas y la certeza de que se deben mejorar las condiciones de seguridad de los efectores públicos fueron las únicas declaraciones políticas que se escucharon después de cada suceso. Sin embargo, esto parece todavía una materia pendiente.


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