Luis Castro
"¿Y ahora?", se preguntaba un hincha rojinegro con enorme desazón sentado en una de las plateas del Coloso, mientras observaba a su equipo dejando la cancha otra vez con insultos. La sentencia ya había sido dictada: Colón superó a Newell's 3 a 1. El resultado a favor de los sabaleros, justo sin lugar a dudas, agigantó el nerviosismo de los del Parque a una semana del partido más trascendental que resta de aquí al final del torneo Clausura. Y eso es motivo de preocupación para el pueblo leproso. Había que ganar. Esa era la consigna rojinegra. "Debemos cambiar los insultos (de Liniers) por una victoria", confesaba Fuentes en los días previos al choque con Colón. Y, sin dudas, era fundamental alcanzar ese objetivo para visitar con el ánimo en alza a Central. Pero dentro de la cancha, los jugadores hicieron los méritos suficientes para no lograrlo. Por falta de volumen de juego y, sobre todo, por desconcentración. Tan es así que a los 3' Gigena habilitó a Castagno Suárez, quien ingresó al área como Pancho por su casa y decretó el 1-0. Parecía, pero no. El desorientado Newell's sintió el golpe de efecto e intentó de acomodar sus piezas tratando de cambiar ese presente desalentador. Un remate de Maxi Rodríguez, un cabezazo de Fuentes, una media vuelta de Grabinski y un disparo de Pavlovich fueron las ocasiones que tuvo el rojinegro para cambiar el tenso clima del Coloso. Pero no pudo. Se le vino la noche. El momento era tan triste como la misma tarde. La consigna era cambiar un final anticipado. Por eso, en el complemento los locales insinuaron con cambiar la difícil situación planteada en el Coloso. Y en la primera jugada, Pavlovich limpió a un defensor y se fue camino al gol, pero su remate dio contra las chapas. El sabalero no se quedó. Colón no se amilanó, contestó rápido y fue efectivo. Sobre los 15' la visita tejió una gran jugada colectiva: Gigena la tocó para Graf, éste para Cabrol, quien dentro del área no desperdició la chance para poner el 2 a 0 y sorprender a las 20.000 almas leprosas. Llegó la presión. El tanto despertó a los hinchas de Newell's, no para alentar a su equipo sino para llenarlos de presión. "Hay que risa que me da, si no ganan el domingo que quilombo se va a armar", "el domingo que viene, tenés que ganar, si no ganan no vuelvan nunca más", eran los cánticos que bajaban de todos los costados. Y el pedido llegaba a los jugadores y el nerviosismo incidía notoriamente, ya que no lograban reaccionar. Encima, desde lejos Cabrol clavó una pelota en un ángulo para llevar el tanteador a 3-0. Esto motivó que el riesgo rojinegro cotizara cada vez menos en el Coloso. Después llegaría el descuento de la Fiera, pero ya no había tiempo para la levantada. Newell's sumó su tercera derrota consecutiva. El panorama se oscureció. No hay presagios ni síntomas de mejoría. El fútbol no aparece. Se viene el clásico ante Central. Los hinchas presionan y quieren una victoria. Peor momento, imposible.
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