Año CXXXIV
 Nº 49.121
Rosario,
sábado  19 de
mayo de 2001
Min 8º
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cartas
Caza de brujas

La persecución ideológica que padecen los profesores Sutter Schneider, Martínez Delfa y Olguín, bajo el pretexto de haber ocupado cargos durante el gobierno del Proceso, en realidad la sufren por estar conceptuados como derechistas. Con esta actitud se han sacado la careta los que ayer apoyaban a los guerrilleros armados y hoy se autotitulan defensores de los derechos humanos. En realidad son antidemocráticos, sectarios y autoritarios, porque buscan silenciar y excluir de la universidad y de otros ámbitos a quienes tienen ideas opuestas a su dogma marxista. Con esta actitud, modernos inquisidores pisotean una serie de principios y conquistas de la historia de la humanidad, plasmados en tratados y leyes, como el principio de la culpabilidad o responsabilidad individual y subjetiva en vez de la colectiva u objetiva, la presunción de inocencia mientras un justo proceso no establezca lo contrario, inexistencia de falta o delito sin ley previa que lo establezca, libertad de enseñar y de aprender, no discriminación por ideas políticas, libertad de expresión. Urge tener presente que la amenaza totalitaria está in crescendo, como se acredita con ciertos tipos de violencia que se realizan impunemente. El deterioro de la universidad pública es tremendo, motivado por su intensa politización y por su orfandad económica a causa de la utopía de pretender que el Estado la financie totalmente en vez de procurar siquiera parcialmente su autofinanciamiento, manteniendo estructuras anacrónicas. Como consecuencia las universidades privadas satisfacen las expectativas que las estatales no pueden cubrir. Los argentinos tenemos que seguir el ejemplo de lo que hizo España luego de la dictadura franquista y por eso avanzó extraordinariamente, es decir no agotarnos en disputas ideológicas, no remover el pasado y siguiendo como dijera Ortega y Gasset: "Argentinos a las cosas", concentrémonos en resolver los problemas que nos agobian. Si no seguiremos hundiéndonos.
Raúl Gione


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