Año CXXXIV
 Nº 49.121
Rosario,
sábado  19 de
mayo de 2001
Min 8º
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Editorial
Traspasar los límites

En la Argentina, la continuidad de la democracia no ha costado pocos sufrimientos. Aquellos que vivieron la histórica jornada del 30 de octubre de 1983 no ignoran el precio que se pagó para llegar a ella y son conscientes del enorme valor que implica el fortalecimiento de esa conquista, es decir, la progresiva consolidación -en un país signado por los golpes militares y la violencia política de todo signo- del mejor sistema de gobierno que hasta ahora haya sido creado por el hombre.
Pero algunos parecen carecer de memoria. Y así, suponen que el camino para salir de la difícil coyuntura que atraviesa el país consiste en la modificación de las reglas de juego consensuadas por todos. Increíblemente, desconociendo el deseo de la inmensa mayoría de la población y haciendo caso omiso de las duras lecciones de la historia de las décadas pasadas, se atreven a plantear la alteración de los plazos de gobierno y la ruptura de los compromisos más trascendentes como la milagrosa vía hacia la salvación nacional. La República, porque de eso se trata la Argentina, merece discursos más lúcidos, reclama mejores ideas.
El titular de la CGT disidente, Hugo Moyano, irrumpió en la escena política de los últimos días con declaraciones ríspidas y escasamente afortunadas. Dando muestras de que el respeto por las instituciones no es precisamente una de las virtudes que engalanan su personalidad pública, el sindicalista y ex camionero disparó munición gruesa no sólo contra la figura del jefe del Estado, sino sobre el marco constitucional que la contiene y supera. "De la Rúa tendría que convocar a elecciones anticipadas porque no se encuentra en condiciones de gobernar", aseguró -con liviandad- el gremialista. Y así traspasó, peligrosamente, los límites.
Es que no se se pone en tela de juicio la legitimidad del disenso manifestado por la que en este caso es la oposición, sino el discurso que se elige para expresarlo. Una crucial prueba de madurez que tiene que rendir cualquier nación para convertirse en adulta es, simplemente, el reverencial respeto que sus habitantes deben profesar por el sistema político que los define y representa. Y en esa materia, alguien con la responsabilidad que le corresponde a un líder sindical con la convocatoria de Hugo Moyano no puede darse el lujo de sacarse un reprobado sin poner en juego cosas mucho más importantes que su propia trayectoria como dirigente.


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