Buenos Aires.- Un hombre asesinó a puñaladas a una mujer e hirió gravemente al marido de ella, en presencia del hijo del matrimonio de 12 años, corrió cuatro cuadras y se atrincheró en su domicilio hasta que se entregó a la policía tres horas después, en el barrio porteño de Caballito. El detenido, al que sólo se identificó como Luis y de 39 años, conocía a las víctimas y las visitaba "todos los días", dijeron algunos vecinos que lo describieron como a una persona "rara y violenta". La tragedia se originó a las 8.30 en un departamento de Otamendi 366 de Caballito cuando se presentó el agresor y comenzó a discutir con el matrimonio por causas que se desconocen, informaron fuentes policiales. El hijo del matrimonio, de 12 años, fue testigo de la masacre y, asustado, alertó de lo que ocurría al encargado del edificio, de nombre Patricio, quien rápidamente se presentó en el departamento y sorprendió al asesino cuando apuñalaba al hombre. La mujer, identificada sólo como Lidia, de 59 años, ya estaba muerta, en tanto que su marido fue encontrado en grave estado y trasladado al Hospital Durand, donde anoche fue operado por cinco cirujanos por las graves lesiones que sufrió. Cuando irrumpió el encargado en el departamento, el homicida salió corriendo del inmueble hacia la calle, sin advertir que el testigo lo siguió cuatro cuadras. Con su ropa ensangrentada y sus manos en los bolsillos, Luis llegó a su vivienda, ubicada en el primer piso de un edificio de Aranguren 564 y se encerró. El encargado arribó al lugar instantes después y le contó lo sucedido a su par del edificio de Aranguren. Ambos llamaron a la policía y en pocos minutos la cuadra estaba cortada y varios agentes ingresaron al inmueble. Agentes del Grupo Especial de Operaciones Federales (Geof) y personal de la comisaría 11 cerraron la calle Aranguren y algunos policías se ubicaron en las terrazas de los departamentos linderos para evitar un intento de fuga del homicida. Sin embargo, mientras se esperaba la llegada de la secretaria del juez de instrucción Roberto Grispo, el hombre abrió voluntariamente la puerta de su departamento y se entregó en forma pacífica. Según trascendió, poco después el hombre fue interrogado por funcionarios judiciales y trasladado a la comisaría 11, pero no se precisó si el detenido confesó el crimen. Policías que observaron el procedimiento contaron que se mostró "nervioso y asustado" y remarcaron que se había orinado en sus pantalones. Fuentes vinculadas al caso contaron que el homicida mantenía una relación cercana con el matrimonio, que sería dueño de un restaurant de la calle Bacacay, donde la noche del mismo miércoles cenó la pareja con el asesino. El comisario Roncati dijo a los periodistas que el crimen fue cometido por "problemas familiares", pero no aclaró qué tipo de vínculo mantenía el homicida con sus víctimas. Vecinos del barrio y del edificio en el que vivía describieron al agresor como un "hombre raro y a veces violento" que solía discutir "con quien se le cruzara en el camino".
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