Año CXXXIV
 Nº 49.115
Rosario,
domingo  13 de
mayo de 2001
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Instalaron instrumentos automáticos que monitorean el territorio patagónico
Científicos advierten que el adelgazamiento de los glaciares antárticos resulta dramático
El último verano, bastante gélido, permitió reducir el achicamiento del hielo, pero la degradación es muy alta

El gélido verano de este año pudo reducir en más de una tercera parte el nivel de adelgazamiento de los glaciares antárticos que terminan en tierra, según consideró el jefe de la División Glaciología del Instituto Nacional del Antártico, Pedro Skvarca. Sin embargo, aún en un frío verano, el hielo se siguió achicando a una media de 40 centímetros por año, lo que equivale a un nivel mucho más bajo que el acostumbrado hasta el verano anterior, de 1,5 metros, el doble que hace 16 años cuando se reducía a 80 centímetros en el mismo lapso, precisó el experto. Skvarca destacó que los hielos del parque nacional Los Glaciares "tienen un comportamiento contrastante" debido a que el glaciar Perito Moreno está en "equilibrio" mientras que el Upsala "retrocede dramáticamente".
A pocos días de presentar las últimas mediciones de la Antártida y el continente, el especialista explicó que en períodos largos, de décadas o siglos, las oscilaciones de los glaciares que terminan en el agua, no están relacionadas con el cambio climático.
"El comportamiento de esas formaciones naturales, especificó, depende sensiblemente de la profundidad del agua en sus frentes.
Ni en el país, ni en otras partes del mundo existen registros meteorológicos de largos períodos para analizar el impacto del cambio climático sobre las masas de hielo; en Argentina recién en 1999 se instalaron medidores automáticos para esa tarea.
Los medidores se colocaron en los glaciares Perito Moreno, Ameghino y Upsala para detectar un posible calentamiento atmosférico en la región y comparar esos datos con los de la península antártica.

La agonía del Upsala
El Upsala, de 902 kilómetros cuadrados es el tercer glaciar de América del Sur y retrocede en forma drástica desde 1978, al punto de perder 5,5 kilómetros de frente a una tasa de 275 metros por año, lo que cuadruplicó los registros de 1945 a 1986.
"El Upsala perdía 290 metros cuadrado por año, entre 1945 y 1986; del 86 al 96 pasó a perder 710 metros cuadrados por año y del 96 al 2000, 1,36 kilómetros cuadrados por año", precisó.
Al respecto, el Servicio de Hidrografía Naval informó que las profundidades del agua en el final del Upsala llegaban a 700 metros, un dato que no se conocía.
Ese dato, a su vez, permitió universalizar la ley empírica que relaciona la velocidad de desprendimiento del hielo con la profundidad del agua que rodea el frente, dijo Skvarca.
De manera que para analizar el cambio climático los científicos buscaron un glaciar que termine en tierra en la Antártida y hallaron el Bahía del Diablo en la isla Vega, de Argentina.
En el Bahía del Diablo se iniciaron estudios de balance de masas e interacción hielo y clima de largo plazo, para llenar un vacío en la base mundial de datos del Servicio de Monitoreo Global de Glaciares, conocido en inglés con la sigla WGMS.
Los estudios comenzaron en el verano del 81 y continuaron en tres campañas que permitieron advertir -dieciséis años después- que el glaciar testigo sufrió un significativo descenso de su superficie.
"Desde 1998 hasta 2000 -puntualizó el especialista- la tasa de descenso aumentó a 1,5 metros por año, al final de un verano de altas temperaturas y poca nieve".

Veranos muy cálidos
Según los registros de temperaturas de las bases argentinas Marambio y Esperanza los veranos de 1999 y 2000 fueron los más cálidos en los últimos 30 años, en el noreste de la Península Antártida, por lo que el balance de masa fue "muy negativo".
Para complementar los estudios de interacción hielo-clima, la división Glaciología instaló el 16 de febrero de 1999 la primer estación meteorológica automática cerca del Bahía del Diablo.
La estación permitió establecer que el verano pasado la temperatura media fue de 2,6 grados, 1,8 grados menos que en el 2000, por "la gran variabilidad que existe en el clima de la península".
Así el balance de masa, si bien fue negativo, 40 centímetros por año, fue menor que años anteriores, no solo por la temperatura sino también por un fuerte aumento de la precipitación de nieve.
Sin embargo, en la reunión de evaluación de esos datos, Skvarca afirmó que "la tendencia sigue siendo negativa en concordancia con las dos décadas pasadas y la tendencia al calentamiento atmosférico regional en la península".


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