Pedro Squillaci
El uniformado Cristián sube al 140 en la puerta de la subcomisaría a las 20.55. Los pasajeros de barrio Las Flores se acomodan en su asiento y respiran un tanto más aliviados. Saben que en lo que les queda de recorrido los acompañará un policía, que estará de pie al lado del conductor hasta las 6 de la mañana. "Ahora viajamos más tranquilos. A mí ya me robaron dos veces y esto no se aguanta más", dijo ayer Roberto Sánchez, chofer de la 148, con 18 años de servicio. Las Flores es un barrio de zona sur con 15.000 habitantes y caracterizado porque gran parte de su población es careciente. Los chicos desayunan y almuerzan en los comedores escolares, y muchos ya se acostumbraron a pedirle una monedita a cualquiera que no sea del barrio. Pero aquí la miseria es la moneda corriente. Esta realidad también se vive arriba de las dos únicas líneas que recorren el barrio, la 140 y 148. "En los últimos 12 días tuvimos alrededor de 10 robos a choferes nuestros", reveló el delegado gremial de ambas líneas, Miguel Moyano. Los robos son realizados por personas munidas de cuchillos o armas de fuego, que tratan de sustraer elementos personales de los choferes, o el dinero que llevan encima los pasajeros. Habitualmente lo hacen cerca de la punta de línea ubicada en Flor de Nácar y Hortensia, en la zona de Previsión Hogar y España, o en los alrededores de la plaza Itatí. Moyano mostró su preocupación ante dos casos que fueron el detonante de una reacción conjunta de los colectiveros. Es que en muy poco tiempo dos choferes vivieron circunstancias muy delicadas: primero fue Omar Verna, que recibió un puntazo en el cuello, y luego Héctor Cudde, quien enfrentó con una cachiporra para neumáticos a un ladrón que llegó a gatillar su arma. Afortunadamente la bala no salió, sino más dramática hubiese sido esta historia. Con este panorama los choferes decidieron anteanoche no entrar al corazón del barrio Las Flores hasta que no haya más seguridad. El comisario de la subcomisaría 19ª, Daniel Pool, entendió la angustia de los choferes y dispuso un operativo: "Antes que pase lo peor pongo un policía en los colectivos. No voy a esperar que maten a un pasajero". La custodia policial se hace de lunes a viernes, de 21 a 6, y la empresa Las Delicias ya dispuso una vigilancia privada a bordo de sus unidades los sábados y domingos a la noche. No es muy común que un colectivo detenga su marcha todas las noches en cada vuelta frente a una comisaría. Pero eso es lo que pasa cada vez que el 140 y el 148 cruzan por Flor de Nácar al 7000, en donde se encuentra la subcomisaría 19ª. La Capital decidió formar parte de un viaje, y compartir lo inédito de esta experiencia junto a los pasajeros. "¿Y este policía por qué está ahí"?, preguntaba la gente. Claro que, con las explicaciones del caso, la sorpresa se convertía en disparador de incontables anécdotas de robos en el barrio. "A mí ya me robaron arriba de este colectivo hace un par de meses. Me sacaron todo lo que llevaba en la cartera y salieron corriendo", dijo Fernanda, docente de la escuela Nº1.257. A su lado, otra maestra que toma el 148 dos veces por día también se mostró indignada. "Roban en el colectivo o te tiran piedras cuando pasás. Eso es cosa de todos los días", señaló Inés. Una de las cosas que hasta sorprendió a las mismas entrevistadas es que describían los hechos con total naturalidad. Es que todos los consultados afirmaron que el barrio mete miedo por la noche, especialmente a las mujeres que ascienden a las unidades bien prendidas de sus carteras. Marcela, una mujer de 47 años que volvía de la casa de su hijo, dijo que sería ideal que la custodia policial se alargue al menos hasta media mañana: "No todos eligen la noche para robar, este barrio es muy complicado en cualquier momento del día". Las víctimas no sólo son los pasajeros, que cuentan casos vividos en carne propia o que los conocen al dedillo porque se los contó algún vecino o amigo. Los choferes también tienen lo suyo. La mayoría acostumbra a no transitar con alianzas de oro o relojes pulsera cuando le tocan los turnos nocturnos, o bien tratan de llevar la menor cantidad de dinero, aunque esto también tiene sus riesgos. "Al choro le tenés que dar algo para que se lleve, o si no te achura", dijo Daniel, mientras transitaba por una oscura bocacalle de Las Flores. Roberto, de 36 años, también contó su experiencia: "Las veces que me robaron me sacaron objetos personales. Y casi siempre eran pibes que no pasaban los 16 años". Acostumbrado a trabajar de noche, el colectivero relató cómo fue su primer viaje con un policía al lado: "Al menos se maneja más seguro. La gente lo agradece, y si las custodias se mantienen se va a poder viajar más tranquilo".
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