Villa Constitución.- A la que fuera una de las más importantes fábricas textiles del país, la Compañía Industrial Lanera Sociedad Anónima (Cilsa), ya no le quedan ni los ladrillos de su otrora importante edificio: vándalos y ladrones se los han llevado después de que hicieran lo mismo con la maquinaria, telares, hilos y todos los elementos que pudieron encontrar en la planta industrial abandonada desde hace tres años, cuando la empresa se declaró en concurso de acreedores.
Mientras sus propietarios no dan señales de vida y la policía admitió la imposibilidad de cuidar un predio de varias hectáreas y que cuenta con facilidades para ingresar por distintas partes, sus ex empleados todavía reclaman el cobro de las deudas laborales y, aunque más no sea, que alguien les extienda la certificación de sus servicios.
Por su parte, el Concejo Municipal aprobó días pasados una minuta de comunicación mediante la cual solicitó al Departamento Ejecutivo su intervención para proceder al "acordonamiento y cercamiento perimetral" del predio que ocupa la planta de Cilsa casi en el centro de la ciudad. Según los ediles, el municipio, por su calidad de acreedor de la textil, "tiene interés legítimo para que no se afecte el patrimonio de la concursada".
"Desde hace tres años estamos en conflicto con esta empresa, cuyos trabajadores tienen una antigüedad promedio de entre 25 y 30 años. Pese a tener trabajo, Cilsa dejó de pagar las quincenas y se concursó. Desde allí comenzó la lucha de los obreros para cobrar sus haberes e, inclusive, el fondo de desempleo porque todos terminaron despedidos", explicó la abogada María Daldoso, representante legal de los ex operarios.
"Pero aquí ocurrió una cosa terrible, porque la empresa quedó abandonada y ahora está absolutamente diezmada, ya que ni siquiera existen las paredes. De las investigaciones que hemos realizado surge que existen grandes grupos económicos detrás de Cilsa", añadió la letrada.
En efecto, según expresaron los ex trabajadores a través de un documento, Cilsa formaba parte de un grupo económico que concentraba a otras importantes empresas, como Grantex SA, Tejedurías del Oeste SA y Banco Mercantil SA.
"Nos encontramos que hoy a Cilsa le han declarado la quiebra en un juzgado de Capital Federal, pero aún los corresponsables de esta situación no dan la cara. Las empresas mencionadas tienen detrás a personas con nombre y apellido: Abel y Leo Werthein, quienes son garantes del grupo económico mencionado", denunciaron.
"Ellos deberían haber comparecido y afrontado las deudas que tienen con el personal -añadieron-, que viene penando desde hace tres años para percibir lo adeudado. Es necesario que de una vez por todas se desenmascare a los grandes grupos económicos que lucran con la miseria de los trabajadores y sus familias".
Ni el farolito
En tanto los acreedores de Cilsa -entre ellos sus ex trabajadores- libran una batalla desigual contra los vericuetos legales de expedientes tramitados en Buenos Aires, verdaderas bandas organizadas se encargan día tras día de desmantelar la planta donde alguna vez se fabricaron los mejores casimires argentinos.
Primero fue el turno de la mercadería que estaba almacenada en sus depósitos. Luego, telares, maquinaria y todo elemento que pudiera ser vendido corrieron la misma suerte. Ahora, cuando en sus imponentes naves sólo quedaban los fantasmas, le dieron el toque final: se llevaron aberturas, pisos y hasta los ladrillos, dejando nada más que un esqueleto de hormigón y las esperanzas muertas de toda una ciudad que alguna vez, no hace mucho, confió en su reactivación.