Walter Palena
La diputada Alicia Castro recorre el país tratando de construir una nueva agenda política que logre dar forma a un movimiento que recupere las banderas que arrió la fuerza que hasta hace 48 horas comandaba Carlos Chacho Alvarez. "El Frepaso ya es el pasado de la historia política argentina", afirma de una manera lapidaria, pero con una mueca de nostalgia en su rostro. "Resulta irónico que haya surgido para romper con el bipartidismo y ahora ayudó a consolidar al partido único de la exclusión y la pobreza que encarna Domingo Cavallo", resume la legisladora y una de las máximas referentes del Frente para el Cambio (FPC). Castro, junto a sus pares Gustavo Cardesa, Alfredo Villalba y Ramón Torres Molina, fue una de las primeras en emigrar de las huestes frepasistas para sellar un acuerdo con el Polo Social: el movimiento que encabeza el cura Luis Farinello. Ahora espera que a esta nueva alianza se le sume la Agrupación para una República de Iguales (ARI), integrada por los diputados socialistas pero cuya cabeza visible es la indomable Elisa Carrió. "No sé si será posible, pero la creo imprescindible", se sincera Castro ante La Capital sobre los rodeos que está dando la diputada radical para incorporarse al proyecto. -¿Qué le pasó al Frepaso para licuar tan rápido su representatividad política? -Primero hay que dejar en claro una cuestión: el Frepaso ya forma parte del pasado de la historia política argentina. Pero la respuesta, si bien no es sencilla, está dada por los acontecimientos que se sucedieron desde que asumió la Alianza. El motivo del voto de 1999 tenía un sentido profundo de cambio, donde la gente sólo le dio el 10% de apoyo al programa de Domingo Cavallo y luego Alvarez impulsó su ingreso al Ministerio de Economía. Ahí se terminó de romper el contrato social. La gente optó por la Alianza porque existía el Frepaso como una fuerza que garantizaba un equilibrio en el gobierno. Eso no sucedió y los resultados están a la vista. -Alvarez se autocriticó por el apoyo que le dio a Cavallo y por hacer seguidismo con De la Rúa. ¿Fue un error que junto a su renuncia no se haya ido todo el Frepaso del gobierno? -Varios diputados del Frepaso intentamos que se hiciera eso y no lo logramos. La falta de claridad de Alvarez le hizo mucho daño a la política: se fue para quedarse. Nosotros esperamos que desde afuera tratara de impulsar el cambio prometido. Pero no lo hizo ni desde adentro ni desde afuera. Siguió apoyando las políticas del gobierno y vehiculizó la entrada de Cavallo. -¿Las fuerzas progresistas no ocultan sus limitaciones cuando demonizan a Cavallo? -¡Pero miremos sus antecedentes! Como funcionario de la dictadura, en 1981, socializó la deuda privada. Esto hace, por ejemplo, que hoy un desocupado de Rosario no pueda comprar comida o un par de zapatos, pero hay una cosa que no puede dejar se hacer: pagarle la deuda a Amalita de Fortabat o a los bancos lavadores de dinero. En su segunda aparición, junto a Menem, organizó el vaciamiento del Estado. Ahora, con la falta de seriedad de Alvarez y los máximos dirigentes del Frepaso y del radicalismo que apoyaron a Cavallo, lo que tenemos es un partido único de la exclusión y del hambre. Es curioso, porque el Frepaso apareció para mediar entre el bipartidismo y terminó consolidando el poder dominante. -¿Cuando rompieron con el Frepaso esperaban sumar más dirigentes al FPC? -Se van a ir sumando con el tiempo. Muchos seguían dependiendo de las decisiones de Alvarez; ahora que él se retira de la política es posible que tomen la determinación de integrarse al FPC. -¿Cómo marcha la alianza con el Polo Social del padre Farinello? -Prefiero no usar la palabra alianza (se ríe); yo diría confluencia. Hay un acuerdo con el Polo Social y estamos esperando que Carrió se pronuncie en el mismo sentido. No sé si será posible, pero la creo imprescindible. -En el movimiento que armó Farinello conviven desde el ex líder montonero Roberto Perdía hasta militantes del Frente de la Resistencia. ¿Cómo se van a insertar en ese escenario y compatibilizar los matices? -Eso forma parte de un proceso que siempre suele ocurrir al principio de las formaciones de un partido. Si tomamos el ejemplo del Frente Grande, ahí también existía una gran heterogeneidad. -¿Cree que habrá una depuración? -Espero que sí. Farinello ha tomado algunas decisiones en ese sentido. -¿Cuál es el límite ideológico del Frente para el Cambio? -La gente se agrupa en torno a las propuestas y al conocimiento que tiene de sus integrantes y de una determinada actuación. En mi caso, desde el movimiento sindical y la política. Creo en un partido donde los dirigentes puedan contrastar sus palabras con sus actos. Yo digo lo que pienso y hago lo que digo. Ese es el límite: la coherencia.
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