"¡Joya!". La palabra se escucha cada vez con más frecuencia entre los chicos argentinos y, no hay dudas, forma parte de un código particular que a muchos mayores (incluso los padres) les cuesta entender. ¿Cuáles son las opiniones, preferencias, deseos y sueños de los chicos entre 6 y 15 años en los albores del siglo XXI? Conocerlos es comprender lo que los hace únicos. Ellos y sus papás coinciden en que las golosinas están a la cabeza de lo que más piden y reciben. Sentirse seguros y protegidos es esencial para su desarrollo emocional y, aunque los chicos no lo digan así, lo manifiestan cada vez que se lo preguntan. La amistad le agrega valor, diversión y confidencia a lo cotidiano. "Nunca le diría (a mi familia) lo que hablo con mis amigos", dijo Fernando (11) al contestar uno de los más amplios sondeos sobre la vida de los niños en Rosario, Buenos Aires y Córdoba realizado por el canal televisivo infantil Cartoon Network.
El estudio, al que accedió La Capital, es un detallado retrato de mil chicos cuyas edades abarcan la infancia y adolescencia. Se realizó en base a entrevistas personales de 45 minutos complementadas por encuestas y fotos. Otros estudios similares también se llevaron a cabo en países latinoamericanos como México, Brasil y Chile e incluyeron, en total, más de 4.000 entrevistas personales en 12 ciudades.
En cuanto al criterio de selección, el tamaño y la distribución de la muestra, se tomaron mil niños, mitad nenas y mitad varones, de tres sectores sociales (definidos como A, B y C).
Fernando es un claro ejemplo de una realidad incontrastable. Con sus compañeros suele decir que algo está "joya" cuando se refiere a "excelente".
Frente a esta actitud, el director de investigaciones para América latina de Turner Broadcasting System International (Cartoon), Pablo Verdin, sostiene que "los modismos ayudan a los niños a encajar con sus amigos y pares".
El profesional agregó que esas formas de expresión "también definen el mundo propio e independiente de sus padres y los adultos".
Los encuestados consideraron a la diversión como la ley máxima. "Es el mecanismo en el cual expresan sus emociones, se relacionan y aprenden a adaptarse a las reglas", dice el informe.
También se sostiene que los chicos le dan cada vez más importancia a la posesión de juguetes, ropa y tecnología. "Todo lo que el dinero pueda comprar y que represente buena vida, comodidad y poder".
La condición de ser bajitos fue puesta bajo la lupa por ellos mismos. Así, desgranaron sus ventajas y desventajas. Entre las "cosas buenas" rescataron no tener responsabilidades y poder jugar cuando quieren. Entre las malas, apuntaron contra la falta de independencia y la obligatoriedad de obedecer a los mayores. De todos modos, un 60 por ciento de los consultados indicó que le gustaría ser más grande. Sin embargo, el guarismo desciende a medida que avanza la edad de los interrogados. Sólo el 50 por ciento de los chicos entre 9 y 12 años prefiere ser adulto. Mientras, de 6 a 8, el interés por crecer obtuvo un 73 por ciento.
Los modismos son una especie de código secreto para pertenecer a determinado conjunto. Se trata de palabras insólitas con significados especiales que varían por sexo y edad y, para los varones, "representan virilidad", según Cartoon. Entre ellas, las más usadas son: guacho, joya, buchón, chabón, fashion, masa, cool, copado, posta y chapita.
Dormitorio electrónico
Un capítulo aparte merece el tema del dormitorio. Según el sondeo, el cuarto ideal tendría que tener varios objetos tecnológicos y aparatos electrónicos. La pieza es el lugar de creación de un mundo particular y privado. Además de optar por televisores gigantes, Internet, radiorrelojes y videojuegos, los chicos no dejan de pensar en lo más insólito: aparatos que acerquen la comida, robots y máquinas del tiempo. En el caso específico de los hombrecitos, los pósters de mujeres, Pokémon, clubes de fútbol y las plantas carnívoras (sic) marchan al tope de las preferencias. Las nenas, eligen fotos de la familia y de cantantes, espejos, sillones y Barbies.
En el grupo familiar, los padres son prioridad. El 91 por ciento de los mil niños comprendidos en el estudio les otorga influencia, mientras que los abuelos la obtienen en el 78 por ciento de los casos.
La escuela es el ámbito del desafío social. Es el lugar donde se sienten que están creciendo, hacen amigos, aprenden los códigos del grupo y hasta viven decepciones. Para el 86 por ciento, sacar buenas notas es muy importante. "Si no serías un burro", contestaron evidenciando una cuota de responsabilidad ligada al interés: "Si me saco buenas notas después me dan plata", añadieron.
"El dinero no hace a la felicidad, pero calma los nervios", expresa un viejo dicho. Quizás esa sea la intención de los papás que les dan a sus hijos un pequeño monto semanal. En efecto, lo recibe el 48 por ciento de los consultados.
Las golosinas, primero
Otro de los tópicos analizados en el informe está relacionado con lo que los chicos más piden y reciben. El orden de prioridades es el siguiente: golosinas, gaseosas, galletitas, cosas para la escuela, ropa y juguetes. Sin embargo, la visión de los padres no es la misma. Los progenitores colocan a los elementos escolares en un segundo puesto y a la ropa en el cuarto.
Los chicos son así. Mantienen anhelos y esperanzas pensando en el mañana. A veces, se mimetizan con la trayectoria de los padres. "¿Cómo quisieran estar en el futuro?", fue una de las preguntas del estudio que realizó el canal infantil. Las respuestas parecieron las de cualquier adulto habitante de la Argentina en crisis: "Trabajando y con más dinero", "Con casa propia y auto". En tercer lugar surgió la idea del matrimonio y los hijos. En fin, las ilusiones de un niño, que, a decir verdad, nunca las pierde. Si no, perdería su esencia.