A una semana del final de "Betty, la fea" en su tierra natal, la telenovela más exitosa de los últimos tiempos, los colombianos se preparan para despedirse de un personaje al que muchos ven como un símbolo nacional. Desde su estreno en octubre de 1999 en la cadena de televisión local RCN, Betty se convirtió en un fenómeno sociológico sin precedentes en Colombia, un país desgarrado por un brutal conflicto interno de casi cuatro décadas. Sus episodios, de apenas media hora cada uno, provocaron encendidos debates nacionales sobre la corrupción, la honestidad, la belleza e incluso la virginidad de la mujer. El presidente Andrés Pastrana aprovechó la popularidad de Betty para dirigirse a la nación durante el receso de la telenovela e informar sobre los avances del proceso de paz con guerrillas izquierdistas. Con una audiencia de 80 millones de personas por capítulo, Beatriz Pinzón Solano logró cambiar los hábitos de los colombianos y además superar, con 54,7 puntos de rating, diez más, a los partidos de fútbol entre Colombia-Argentina y Colombia-Brasil. "Betty, la fea" se vendió a todo los países americanos, con excepción de Canadá. Rumania, Israel y Hungría ya tienen los derechos de la telenovela; España, Italia y Grecia están aún en negociaciones. El canal RCN facturó 280 millones de pesos (124 mil dólares) diariamente, sin contar con la publicidad disfrazada de los automóviles, teléfonos y bebidas que aparecieron en escena. La clave del éxito de Betty, afirman sus creadores, reside en la fealdad de su protagonista, lo que supuso toda una innovación en un país obsesionado con los concursos de belleza y los implantes de silicona. Betty ofrece también un respiro de la dosis cotidiana de masacres, viudas desconsoladas, procesiones fúnebres, secuestros y tomas guerrilleras que brindan los noticieros. "Betty es la Colombia que perdimos", comentó Fernando Gaitán, guionista del programa. "Yo quería enseñar un mundo donde los colombianos van a trabajar, luchan por salir adelante en la recesión, escuchan música, se enamoran, se desenamoran y tienen hijos", afirmó. El programa es también motivo de orgullo para los miles de colombianos que emigraron del país debido a la violencia. "Nuestros héroes fueron asesinados y los colombianos buscamos héroes de ficción", dijo Mario Ribero, director del programa. Los productores intentaron que el final de la telenovela sea el secreto mejor guardado de la televisión colombiana. Hay quienes creen que Betty tendrá un final trágico al morir en un accidente, otros dicen que se casará con Michel, el francés que conoció en Cartagena, aunque la mayoría desea que sea feliz con Armando Mendoza. Mientras el público especula y los periodistas de espectáculos colombianos opinan que la telenovela se extendió demasiado, ya se infiltraron informaciones sobre cómo será el esperado final. Según trascendió, en el último capítulo Betty se casa con don Armando, en una vistosa ceremonia en la cual Beatriz Pinzón, lejos de su fea imagen inicial, luce radiante con un vestido de novia inspirado en el que usó para su boda la prometida de John Kennedy Jr. Para reivindicarse de los sufrimientos que le ocasionó, don Armando prepara una sorpresa para Betty en el día de su boda: al entrar a la iglesia, Armando Manzanero y Olga Tañón interpretan a dúo el romántico tema "Somos novios".
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