María Laura Cicerchia
Ninguna hipótesis lógica acerca del brutal asesinato de Juan José Escudero plantearía que el crimen se desató por una discusión tonta en medio de una reunión entre amigos. El tormento al que fue sometido antes de morir sugeriría que el homicida tenía razones algo más serias para matar. Pero lo que en realidad pasó la noche de junio de 1999 contradice todas las conjeturas: a Escudero lo torturaron, lo destrozaron a golpes y lo arrojaron agonizante a las aguas del arroyo Ludueña sólo por causar un accidente doméstico. Que el crimen había sido tortuoso quedó claro apenas fue hallado el cuerpo de Escudero en un conducto del arroyo Ludueña paralelo a calle Barra, a comienzos de junio de 1999. Le habían arrancado un brazo, las orejas y el cuero cabelludo; tenía heridas en todo el cuerpo y marcas de quemaduras eléctricas. Tuvo una muerte lenta, provocada por un fuerte golpe en la cabeza. Todo indicaba que el asesino había actuado con sangre fría: luego de torturarlo y mutilarlo, lo arrastró hasta el zanjón y lo dejó allí, abandonado, cuando todavía agonizaba. Lo que nadie imaginaría es que ese aberrante crimen fue el desenlace de una reunión entre amigos en la misma casa en cuyos fondos apareció el cuerpo. Menos aún, que el asesino lo mató en venganza porque en un accidente casero la víctima lo quemó con grasa caliente cuando cocinaban tortas fritas. Pero así fue como ocurrió todo, según el relato de los hechos que hicieron un testigo y el mismo acusado del crimen ante el juez de Sentencia Nº 2, Antonio Ramos, quien acaba de resolver el caso. En un fallo que todavía no es definitivo, condenó a prisión perpetua a Sergio Oscar Miranda, un mecánico de 24 años hallado responsable de homicidio calificado por alevosía. Según esos testimonios, todo empezó la tarde del 3 de junio de 1999, cuando se reunieron Miranda, Escudero y un tercer muchacho conocido como Pitti, en un rancho de Empalme Graneros que se alza sobre calle Barra, a unos 250 metros del arroyo. Mientras charlaban y tomaban algo de vino se desató un primer incidente entre Escudero y Miranda. El primero lo salpicó con grasa caliente mientras cocinaba tortas fritas y Miranda se encolerizó. Le pegó una trompada y empezaron a pelearse, hasta que Pitti logró separarlos y recuperaron la calma. Pero a eso de las 23 Pitti se fue. Los otros dos jóvenes se quedaron solos y volvieron a pelear, según la minuciosa confesión de Miranda, quien contó con detalles los pormenores de una golpiza que recién concluyó cuando Escudero cayó desmayado. Entonces lo llevó hasta el zanjón, volvió a la casa, se lavó las manos, tomó un bolso, su bicicleta y se fue. Luego de unos días supo habían encontrado muerto a Escudero. Si bien Miranda después cambió su declaración (dijo que lo amenazaron para que se hiciera cargo) y el crimen fue mucho más brutal que lo que él mismo admitió, muchos elementos lo colocaban en el centro de la escena y el juez Antonio Ramos lo encontró culpable.
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