"Nos encontramos con un equipo sin tantas intenciones de ganar y al que se le facilitó todo con un penal que no fue", manifestó el volante Darío Cabrol, quien ayer jugó su primer clásico con la camiseta de Colón y se convirtió en el más odiado por la gente que hasta seis meses atrás lo consideraba un símbolo tatengue. "La concentración hizo que no me afecten los insultos de la gente, las marcas personales que me puso Unión y las patadas, por ahí con mala intención, que me pegaron, que me dejaron muy mal los tobillos. No me sorprende, por ahí pensaban que con una patada yo no iba a jugar bien", agregó el mediocampista. Más adelante, Cabrol agradeció el apoyo de la parcialidad sabalera y elogió la actitud de su equipo, que "vino a jugar de visitante con ganas de ganar y pudo reponerse de una situación muy difícil como fue el penal que no fue". Finalmente, Cabrol se refirió al abrazo que le dieron todos sus compañeros tras elaborar la jugada que desembocó en el gol de Claudio Graf: "avancé unos metros y rematé. En el rebote apareció Claudio y después todos me vinieron a abrazar. Fue cosa de ellos".
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