Hace algunos años Canadá y EEUU comenzaron la práctica del embolsado de granos. Más recientemente llegó a la Argentina y se presenta como una de las innovaciones para el sector agropecuario. Un sistema sencillo pero eficiente y de gran impacto económico, que puede llegar a cambiar el manejo del cereal en el país.
Principalmente, porque apunta a un problema constante: el inconveniente por la falta del transporte y camiones en los momentos picos de cosecha. Si algo continúa faltando en el sector, es la infraestructura para atender crecimientos productivos que, sólo en soja, pasaron de 12 millones de toneladas a casi 26 millones en cinco años.
El país ha cambiado, quemó décadas pasando de los 40 millones de toneladas de producción, a cifras que se aproximan a los 70 millones. Pero esa transformación, como ocurre siempre, trajo innumerables inconvenientes.
Uno de ellos, la congestión al momento de cosecha. Una problemática cada vez más grave, a la cual se le suman maquinarias que tecnológicamente tienen mayor capacidad y velocidad de trilla por día.
Es común ver en los campos, en tiempos de cosecha, máquinas paradas por falta de camiones suficientes, para transportar los granos cosechados. Por eso frente a este marco, el embolsado de granos se presenta como una tecnología de mucho valor y casi imprescindible.
Conveniencia económica
Un cálculo simple, pero para pensarlo. Tener un implemento para embolsar granos cuesta entre 6.800 y 8500 pesos. Con él se pueden embutir alrededor de 150 toneladas por hora y los costos para embolsar el cereal rondan los 2,50 pesos por tonelada. A eso se suma 1 peso para la extracción con sistemas de aspiradoras que cuestan entre 10.000 y 12.000 pesos y tienen una capacidad de 40 toneladas de chupado por hora.
El principio del funcionamiento del sistema se basa en que, bajo condiciones de anaerobiosis, se detiene la respiración de los granos y la vida de los insectos.
Así, se logra mantener en correcta condición el cereal almacenado, por períodos prolongados de tiempo. Las experiencias indican que hasta el momento se han logrado períodos de retención de un año en perfectas condiciones. Sin embargo, no existen mediciones homologadas por entidades oficiales (Inta / Inti), aunque se calcula que estarán para este año.
De todos modos, para que los resultados sean óptimos, se necesita un trabajo prolijo y el cuidado de las bolsas que, aparte de tener un cierre hermético, no deben presentan durante el tiempo de almacenaje ningún tipo de roturas.
Muchos productores estiman que la práctica de almacenar granos en bolsas ya ha demostrado su aceptación y resultados. El reflejo son las cifras que se esperan para la campaña 2000/2001, con estimaciones que indican superar los 2 millones de toneladas de granos guardados en estas bolsas.
Además, para certificar su adopción, hay evaluaciones científicas y estructurales sobre condiciones, espacio de tiempo, temperaturas y aflatoxinas.
No hace mucho tiempo, un grupo de especialistas comentó que en el futuro el almacenaje de granos secos o con bajos grados de humedad, tendrá un crecimiento notable en los principales países graneros del mundo, por sus bondades a la hora de optimizar costos.
Evidentemente, no estaban equivocados. Unas 11.765 bolsas se esperan vender para finalizar la cosecha y, si se tiene en cuenta que cada bolsa cuesta alrededor de 400 pesos, las empresas que las proveen se alzaran con 4 millones 700 mil pesos en una sola campaña.
Optimizar costos
Otra ventaja económica que trae el sistema es el ahorro en fletes. En tiempo de cosecha, el productor se enfrenta a costos elevados para transportar sus granos al puerto. Hoy, para enviar una tonelada de cereal desde Río Cuarto a Rosario, se debe pagar entre 24 ó 25 pesos por tonelada.
Si el mismo tramo se realiza en otros momentos, el precio disminuye en 9 pesos, es decir 16 ó 17 pesos la tonelada. Siendo más precisos, si se toman como parámetro 8 toneladas de producción en un maíz de 80 quintales por hectárea, el productor se estaría ahorrando 64 pesos por hectárea en fletes, si tuviera la posibilidad de manejar los tiempos de venta y retener el cereal en su propio campo.
Sebastián Ambrogio, un productor que tiene campos en la zona de Cafferata y San Basilio, adoptó el sistema porque encontró una gran ventaja para su feed lot de 700 novillos.
Cuenta que almacena en bolsas los granos de maíz y sorgo con una humedad de alrededor del 16 y 18 %. Consume los granos a medida que su esquema productivo lo necesita y destaca como elemento de ahorro, haber logrado evitar mandar su cereal a un acopiador para lo seque, pagar un precio por ello, y vivir con ese trastorno.
Elásticas y de buena calidad, son las bolsas recomendadas para un buen trabajo. Aunque las fábricas sugieren expandirlas hasta un 10 % de su estado original, están los que prefieren que la bolsa no experimente expansión en el momento del llenado.
"El productor sabe que dentro de cada bolsa se tienen 24 mil dólares de soja, por eso, pagar un centavo más por elementos de mejor calidad no va a modificar el negocio", explica Ambrogio.
Mientras más se busque evitar riesgos de roturas, mejores van a ser los resultados. Un dato importante en el almacenaje de granos de maíz está en que cuando la bolsa se expande demasiado se originan pequeños orificios sobre el material, permitiendo la entrada de oxígeno.
También sirve tener en cuenta el lugar en el que se van a instalar las bolsas en cada establecimiento. Deben ser zonas altas y se debe limpiar la zona para evitar que se rompa la base al asentarla.
Desratizar los campos con empresas especializadas y controlar los peludos en un radio de 4 ó 5 hectáreas alrededor de las bolsas, son medidas preventivas y complementarias, que junto a la supervisión permanente, evita correr con pérdidas innecesarias.
La clave del éxito pasa por la preservación de la sanidad de cada bolsa y no descuidar las zonas de inicio y terminación al momento de llenado. Anudar bien, buscar el hermetismo y tratar de sellar los extremos con dos maderas en las que se envuelve la cada punta y luego se clavan son algunas de las alternativas probadas.