Con las máquinas aún trillando la soja, los productores ya se encuentran afinando los lápices para hacer cuentas y decidir la rotación de sus campos. Con márgenes bastante estrechos, pero que de algún modo permite la subsistencia, para los técnicos del Inta de Marcos Juárez, la secuencia soja-trigo sigue siendo la alternativa más rentable de las últimas campañas. En vistas de la próxima campaña triguera, la estación experimental del Inta Marcos Juárez organizó su clásica jornada de actualización, donde más de 200 profesionales se reunieron a debatir e intercambiar los conceptos de manejo y de comercialización del cultivo de invierno.
Desde el comienzo de la agricultura comercial en Argentina, el trigo ocupó un lugar predominante entre los cultivos extensivos del país. Ya a comienzos del siglo XX, en el quinquenio 1900-1905, se sembraba en el territorio nacional un promedio de 3,92 millones de hectáreas de trigo y en esa época sólolo acompañaban con superficies importantes el maíz y el lino, con 1,82 y 1,05 millones respectivamente. Y no había otro cultivo que superara las 100 mil hectáreas de cosecha.
Así lo señala un trabajo preparado por el área de Economía, Estadística e Informática del Inta de Marcos Juárez, donde se examina entre otras cuestiones, la economía del cultivo del trigo en los últimos 20 años.
"El resto de los cultivos extensivos más importantes de la actualidad, superando las 100 mil hectáreas, aparecen mucho más tarde", recuerda el informe.
Los datos dan cuenta que en el período 1936-37, ese lugar lo ocupaba el girasol, con 157 mil hectáreas y el maní con 106 mil hectáreas. El sorgo irrumpió entre 1966-1967 con 248 mil hectáreas y, por último, la soja, que recién en 1972-1973 salta esta barrera y alcanza los 157 mil hectáreas que en la actualidad ha sido varias veces superada.
"En los últimos 20 años y en la actualidad, el trigo sigue siendo el cultivo de invierno más importante del país ya que no ha aparecido ningún competidor con su relativo bajo riesgo agronómico y que lo superen su adaptación a múltiples condiciones ecológicas", explicó Miguel Peretti, coordinador del área de Economía, del Inta Marco Juárez.
Los argumentos a favor de este cereal, que sigue integrando la mayoría de los planteos agrícolas y agrícolo-ganaderos de toda la región pampeana, son los bajos costos de producción, el bajo riesgo empresario y la conveniencia financiera de aportar ingresos sobre el final de año.
Este tema y otros como la elección de variedades, el panorama de enfermedades y control químico para el trigo, la propuesta oficial de establecer nuevos stándares de calidad, fueron abordados en la jornada de actualización del Inta Marcos Juárez.
El encuentro ya es un clásico en la región y contó con la presencia de más de 200 técnicos de la actividad oficial y privada de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
La convocatoria del encuentro tiene como objetivo principal brindar los resultados obtenidos en trabajos de investigación desarrollados entre distintas áreas de la experimental y las agencias de extensión, a la vez de volcar los resultados provenientes de ensayos realizados en campos de productores para la validación de materiales disponibles en el mercado.
Uno de los aspectos que concentró la atención de los participantes fue el de los estudios que dan cuenta que la rotación trigo-soja sigue siendo, en promedio, el esquema más rentable de las últimas campañas. En diez de catorce ciclos, superó a las alternativas de maíz y soja de primera.
"En esta campaña, en cuanto a rentabilidad, tal vez la alternativa pueda ser nuevamente hacer trigo-soja", afirmó el ingeniero Jorge Fraschina, del Inta Marco Juárez.
El trabajo de estudios económicos sobre la rentabilidad del cereal da cuenta de que si bien en las últimos años el precio sufrió un serio deterioro, en cierta medida fue compensado por el avance tecnológico del cultivo. De los 1.350 kg/ha que rendía en la década del 60 pasó a los 2.470kg/ha del trienio 98-01.
Estos mejores rendimientos compensan de alguna manera los desmejorados precios que en los últimos años estuvieron entre los más bajos de toda una serie de cuarenta años.
El manejo
En cuanto al manejo del cultivo y a la elección de las variedades uno de los aspectos que se señaló es que que importa tanto el por qué hacer trigo en la próxima campaña como la forma de hacerlo.
"Es un cultivo importante en la sustentabilidad del sistema agrícola a través de la siembra directa, por la cantidad y calidad de la cobertura de rastrojo que aporta al suelo. Además, dentro de la sustentabilidad la secuencia trigo-soja se adapta perfectamente a la rotación con soja", destacó Fraschina.
El técnico hizo especial hincapié que para hacer trigo en la pampa húmeda central, lo más importante es el ambiente. Si bien algunos componentes biológicos no puedan manejarse, se recomendó especial atención al uso del agua en el perfil del suelo ya que es de vital importancia, además de los nutrientes y la adecuada elección de variedades a utilizar.
"El trigo es un usuario muy eficiente del agua almacenada en el perfil del suelo y si disponemos de buena humedad, tenemos una base asegurada de rendimiento", explicó el especialista.
Según detalló, hasta el metro y medio de profundidad, los suelos de la región pueden guardar más de 200 mm de agua disponibles para el cultivo de trigo, lo cual sucede en los meses de otoño y sobre cultivos anteriores que dejen de consumir agua temprano.
"Antes era el maíz, pero en los últimos años se han incorporado las sojas precoces del grupo IV, de siembra más temprana y cosecha paralela al maíz, esto brinda mayor alternativa de elección de lotes para un buen cultivo trigo-soja".
A propósito de la disponibilidad de agua del lote, destacó que su importancia es decisiva ya que, de no ser así, se depende de las lluvias de otoño. "Cuando no es tan llovedor hay que bajar las expectativas de rendimiento hasta un 20%, que es lo mínimo para hacer en una rotación sustentable que incluye al trigo con siembra directa", indicó.
Otro aspecto clave para tener en cuenta, son las nutrientes. Por cada 1.000 kg de grano para cosechar se necesita entre 25 y 30 kg de nitrógeno, lo cual, aclaró el técnico, equivale al doble de cantidad de urea. "Por lo tanto, para un cultivo de 3.000 kg hay que pensar en 90 kg de nitrógeno", calculó Fraschina, y remarcó que puede ser menos, de acuerdo a la disponibilidad de ese nutriente en suelo. Por eso recomendó basarse siempre en un análisis de suelo. Lo mismo dijo para el cálculo de fósforo
La adecuada elección de variedades de trigo para el sistema de producción adoptado es otra de las patas que aseguran los buenos resultados ya que "elegir una variedad adaptada a nuestras condiciones requiere también elegir una época de siembra adaptada".
Los problemas sanitarios, sobre todo de fusarium, que se presentaron en la campaña pasada, estuvieron entre los temas que preocuparon a los participantes de la jornada. Fraschina señaló que "hay que prestarle un poco más de atención e ir dejando de sembrar algunas de las variedades que tradicionalmente se utilizan para incorporar otras que sanitariamente tengan mejor comportamiento".
"En una región como ésta, donde el promedio de rendimiento está entre los tres mil y los tres mil quinientos kilos, no podemos darnos el lujo de pensar en hacer un tratamiento químico para enfermedades desde el vamos", dijo.
En cuanto al ciclo de las variedades, recomendó las de siembra temprana en directa, que se adaptan mejor ya que tienen mejores condiciones de humedad e implantación. "Se implantan más temprano, macollan más temprano, tienen mayor cantidad de macollos, lo cual significa mayor cantidad de raíces, y mayor cantidad de raíces significa que es mayor la profundidad de raíces. Todo ello significa mejor aprovechamiento del agua", dijo.
Una prueba de ello es lo que se observó en los ensayos con siembra directa en campos de productores en la región, que midieron entre 10 y 13 kilos de grano por cada milímetro de agua que utiliza el cultivo de trigo.
"Si una buena recarga de agua en el perfil es de doscientos milímetros, si se trabaja bien ya estamos partiendo con una base de veinte quintales de trigo. A esa cantidad le tenemos que agregar la ocurrencia durante el ciclo del cultivo", especificó.