| | cartas Gracias, dos veces gracias
| No siempre debemos hacer notar hechos desagradables, sino también hechos que alientan y nos demuestran que aún hay personas y entidades que se preocupan por el prójimo. Sufrí un síncope cardíaco en plena calle y cuando desperté estaba dentro de un taxi en dirección al ICR (Instituto Cardiovascular de Rosario), lugar donde me efectuaron todos los estudios imaginables. Yo tenía by pass desde 1982 y un stent en 1997. Como corolario de estos estudios mi única salida era gestionar en mi obra social un cardio-desfibrilador para que fuera implantado con carácter de urgencia. Y así fue que el equipo a las órdenes del doctor Raúl H. Ghuillen con mi cardiólogo Claudio Bauduccio procedieron al implante, logrando con ello cambiar mi expectativa de vida. A los doctores Ghuillen y Bauduccio, mi más sincero agradecimiento, que a su vez lo hago extensivo al resto del personal y una felicitación a los directivos que están logrando el nivel de excelencia que se habían propuesto al iniciar sus actividades. Gracias a la obra social Osecac, que apuró los plazos para lograr el implante, y al Instituto Cardiovascular de Rosario sigo viviendo. Florencio Pérez
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