| | Montenegro: un nuevo escenario balcánico El paso dado hacia la independencia podría "contagiar" a Kosovo y a la rica provincia serbia de Vojvodina
| Patricio Pron
El domingo pasado el pueblo montenegrino sentenció a muerte a la República Federal de Yugoslavia. Ni la arrogancia opresora de Slobodan Milosevic -cuya familia es de origen montenegrino- ni la necedad nacionalista de Vojislav Kostunica han podido impedir que esta pequeña nación balcánica de sólo seiscientos cuarenta mil habitantes optara por independizarse de la tutoría de Serbia y ahora la escena política de los Balcanes tiene que recomponerse una vez más. El presidente Milo Djukanovic fue consecuente con su prédica y ha acabado sacando a Montenegro de la Federación Yugoslava. Estas elecciones parlamentarias han sido sólo la certificación de un hecho consumado, iniciado en noviembre pasado, cuando Montenegro adoptó el marco alemán, sufriendo como represalia el bloqueo de toda transacción financiera por parte del Banco Central yugoslavo, lo que obligó a comprar bienes en condiciones desfavorables a países como Italia y Hungría. En julio el Parlamento Federal limitó su autonomía y una fuerza de veinte mil soldados serbios se instaló en su territorio, en lo que fue visto por la comunidad internacional como una provocación de Milosevic. En ese marco la prédica secesionista de Djukanovic empezó a ser apoyada por Occidente y a ganar adeptos en su propio país. Esta prédica tendrá su prueba de fuego en el plebiscito independentista a realizarse en junio o julio próximo, pero todo hace pensar que el pueblo montenegrino volverá a optar por la independencia. En esto tiene mucho que ver el cambio de timón dado por Djukanovic hace cuatro años, cuando abandonó a su mentor Milosevic y empezó a engrosar una oposición cada vez más numerosa, salvando de paso a Montenegro de los bombardeos de la Otán. Djukanovic ha convencido a la comunidad internacional de que "fuimos nosotros -por Montenegro- quienes estuvimos en la línea de fuego, quienes enfrentamos al régimen, quienes acogimos a los medios de comunicación expulsados de Serbia, quienes salvamos a muchos de los líderes serbios, quienes fuimos dañando la dictadura de Milosevic durante cuatro años de sacrificio. Y lo hicimos solos, completamente solos". La virtual independencia de Montenegro obliga a recomponer el mapa balcánico. Aunque la victoria se celebró con entusiasmo en Podgorica, no eran pocos los que celebraban del otro lado de la frontera, en Kosovo. Si Serbia tolera la secesión de Montenegro -y así anunció que hará el presidente Kostunica- muchos sospechan que la siguiente separación será la de Kosovo. No en vano la comunidad albanesa -un siete por ciento de la población- es una de las más activas promotoras de la independencia montenegrina. El efecto dominó puede arrastrar no sólo a Kosovo, sino también a Vojvodina, la más rica e industrializada de las provincias serbias, que aspira a recuperar el status autonómico concedido por el mariscal Tito en tiempos del comunismo. Más improbables, aunque no imposibles, serían una eventual radicalización de la minoría albanesa en Macedonia o de los serbios en la República Srpska, que integra Bosnia. Otro que tiene buenas razones para festejar es Slobodan Milosevic. Si el presidente Kostunica respeta su palabra de aceptar la decisión de Montenegro, tendrá que enfrentarse a decenas de miles de serbios furiosos por la separación de un territorio que, por razones históricas e idiomáticas, consideran propio. Nadie sabe si Kostunica podrá respetar su palabra, aunque se especula que, si cede a la presión internacional de no intervenir militarmente en Montenegro, se negará de plano a extraditar al antiguo presidente serbio.
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