Las cruces de la basílica de Luján permanecen depositadas hace diez meses en un astillero de Ensenada, mientras nadie sabe si volverán a lucir en las torres, en algún museo o si serán montadas réplicas más livianas. La principal razón por la cual las cruces -de seis metros y una tonelada y media cada una-, duermen en un depósito y aún es incierto su futuro, es el crítico estado edilicio de la basílica en la que actualmente se ejecuta un lento proyecto de restauración integral. Autoridades y arquitectos coinciden en que, tal como hoy se encuentran, las torres de la iglesia no soportarían el peso de las cruces, ni de réplicas y por ello no quieren que vuelva a suceder un accidente como el del 14 de junio del año pasado. Durante la madrugada de ese día, la oxidada cruz de la torre este se quebró, cayó desde una altura superior a los cien metros y se clavó medio metro al pie de las escaleras del patio lateral izquierdo. El desmoronamiento fue calificado como un "milagro", ya que nadie resultó lastimado y de haber ocurrido durante el día o en horario misa, hubiese sido una tragedia por la gran cantidad de gente que a diario por allí circula. Seis días más tarde, por precaución y en un operativo que demandó más de ocho horas, fue desmontada la otra cruz, de la torre oeste, que también se encontraba carcomida y deteriorada por el óxido. La Basílica de Luján, el templo católico más importante del país por la devoción que los fieles demuestran anualmente a la Virgen Patrona de la Argentina, fue declarada monumento histórico nacional en 1998. Como tal, la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos tenía programado un proyecto de restauración integral que se reactivó tras la caída de la cruz. Esas obras fueron adjudicadas en 1998 por la Dirección Nacional de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Infraestructura, al estudio de los arquitectos Gazaneo-Morello. El jefe del distrito Capital Federal y provincia de Buenos Aires de la Dirección Nacional de Arquitectura y encargado de fiscalizar las obras en Luján, Guillermo Frontera, manifestó que "la restauración y reposición de las cruces están en un paréntesis". El arquitecto indicó que "en estos momentos se están realizando diversos estudios para determinar el estado estructural del edificio, entre ellos, gamagrafías, algo así como una radiografía de las construcciones, mediante la aplicación de rayos gama". Rontera explicó que "hasta tanto no se defina el estado de la basílica, no podemos saber si las torres pueden soportar el peso de las cruces originales restauradas, si se reutilizarán sólo parte de las mismas o si se colocarán réplicas más livianas". No obstante, la obra se encuentra demorada, ya que Frontera reveló que recién en estos días se está por licitar la construcción de los andamios con los que se llegará hasta las torres, donde también deben repararse algunas figuras y ornamentaciones deterioradas.
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