| | Primera B: Argentino recuperó la sonrisa
| Mauricio Tallone
Tratándose de Argentino y su momento, bien podría colegirse que fue una lección de fútbol. De esas que aparecen de vez en cuando como pidiendo permiso, sin estridencia, recordando que vale la pena pregonar con el ejemplo. Precisamente de los hechos se valieron los salaítos para poner de rodillas a Temperley, cuando a los siete minutos Ojeda se acordó de sus condiciones de potrero y colgó un zapatazo en el ángulo derecho de Dubra para decretar la apertura. A pesar del gol tempranero, la sacó barata Temperley. Esa fue la conclusión principal de esta victoria, que de paso demostró una vez más los imprevisibles vaivenes de los rendimientos de los equipos de un partido a otro y cómo influyen los estados psicológicos en los desarrollos. Porque hasta un minuto antes de que el árbitro Pablo Lunatti marcara el inicio del partido estaba encendida la puja desigual entre un equipo con pretensiones y otro con destino de descenso. Pero la realidad fue otra, a tal punto que uno de los animadores del torneo y uno de los abonados a las derrotas no mostraron en la cancha por qué están donde están. Los locales acompañaron sus ganas de la manera que menos acostumbrados están: jugando bien. Y los celestes evidenciaron que suelen denunciar los mismos problemas que los rosarinos. Por eso ayer sus reservas futbolísticas hicieron más estragos que los rumores de la llegada del euro. En la movilidad de los locales y en el estatismo de los visitantes quedó establecido el blanco y el negro de los noventa minutos. Sin embargo, casi nunca la semblanza de un partido depende de una sola circunstancia. Convergen otros detalles. El rápido efecto que ocasionó el zapatazo del volante fue uno de esos elementos capitales. Entonces, quedó a la vista que Temperley no tenía forma de interrumpir esa superioridad de los salaítos. El descanso les convino a los locales, que en el inicio del complemento volvieron a mostrar su mejor cara. Corrían apenas 3 minutos y Argentino logró lo único que le faltaba para ponerle el broche a una producción inusual. La recompensa estadística llegó cuando Bassani movió corto un tiro libre y Pons sacó un remate rasante que besó el palo derecho de Dubra para cerrar el resultado. Al fin de cuentas, las urgencias de uno y las expectativas de otro modelaron las diferentes expectativas. Para este Argentino de las mil penurias, el triunfo fue como una ola en un mar de contratiempos. Para Temperley, un equipo con ambiciones de cima, el resultado fue un merecido castigo.
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