Año CXXXIV
 Nº 49.097
Rosario,
martes  24 de
abril de 2001
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Firmat busca en el trueque una forma práctica para remontar la desesperanza
La experiencia lleva casi un año y el dinero es el gran ausente en el intercambio de tejidos, libros y verduras

Silvia Carafa

Firmat. - Para amortiguar la crisis y zafar en lo que se pueda, un grupo de vecinos se autoconvocó en una experiencia de trueque que ahora les permite crecer en solidaridad y, en muchos casos, proveer la comida para toda la semana. Los motivos que los llevaron a unirse tienen la dureza de los momentos por los que está atravesando esta ciudad, que en los últimos años perdió fuentes de trabajo, deprimió su mercado interno y es testigo del progresivo exilio de sus jóvenes.
Los intentos, con reuniones semanales, comenzaron en julio del año pasado hasta lograr darle forma a un club del trueque local, que se conformó después de recorrer experiencias similares en otros puntos del país en el que ya funcionan más de 400 grupos. En la actualidad se reúnen los días sábado por la tarde en el Centro Cultural municipal.
El encuentro excede en mucho a las frías transacciones comerciales, no en vano el dinero es el gran ausente; la gente llega cargada de cajas y bolsas con los artículos que aspira trocar además de termos, mates y alguna merienda; entonces se extienden los tablones y se dispone lo que cada uno se esmeró en llevar, y todo empieza a contar, desde verduras y huevos hasta comida elaborada, pasando por tejidos, prendas, libros o servicios.
Según Lidia Baerch, el grupo se organizó en base al canje propiamente dicho o con un bono interno que equipara los precios; el ingreso se estimula con un bono de veinte puntos que comience a girar el intercambio. Pero el sistema ofrece variantes, según testimonió Silvia, una de las integrantes que tiene una camioneta para hacer fletes, "cobro la mitad en puntos y la otra mitad en dinero".
La mujer no dudó en calificar a la feria del trueque como "una manera de conectarse, porque cuando uno le encuentra el sentido también lo practica fuera del grupo"; además, no pudo ocultar su entusiasmo cuando relató que fue precisamente la experiencia del trueque la que le permitió medir la calidad de sus empanadas, dulces y escabeches.
"Ultimamente estamos todos muy necesitados y viniendo a la feria podemos llevar comida hasta para tres días; por ejemplo en mi casa tenía higos y algo de azúcar, hice dulce y lo cambié por comida, es una solución", graficaron los integrantes. Otros se llevan huevos, pan y verduras.
Si bien los alimentos encabezan las demandas, las listas de ofertas se completan con servicios que van desde medicina hasta clases de computación e idiomas, además de albañiles, pintores o niñeras. Las opciones se completan con ropa, lavado, planchado, licores, limpieza de terrenos o instalaciones eléctricas entre otras. Para la conservación y procesamiento de los alimentos se pidió el asesoramiento del área de bromatología local, a pesar del "mutuo acuerdo de confianza entre los socios".
Los ejemplos abundan, "de no haber sido por uno de los rubros de servicio, no hubiera podido comprar los vaqueros para que los chicos empiecen las clases", relataron, mientras unos y otros recorrían los tablones buscando lo que les permita descomprimir la apretada economía familiar.

Gente de todos los barrios
Otros participantes no dejan pasar por alto lo que significa el grupo a nivel humano, ya que su horizontalidad permite integrar gente de todos los barrios y profesiones, "de otro modo no nos hubiéramos conocido", aseguran quienes hoy hasta festejan juntos los cumpleaños. "Durante la semana estamos pensando en la reunión y es una manera de despejar la mente de las preocupaciones por el trabajo", comentaron.
Además, lo que se perfilaba como una actividad casi destinada a las mujeres generó un hecho de importancia, "de alguna manera se fueron arrimando los hombres, el esposo de una compañera era albañil y no tenía trabajo, ofreció su rubro y ya consiguió varias cosas, mi marido también se incorporó y me ayuda a preparar la comida que traemos", comentó Silvia.
El detalle no es menor, porque la actividad lleva implícita una red de contención que apuntala a sus miembros frente a situaciones de desempleo o subocupaciones. "Había gente que estaba mal, sin trabajo, pero acá se dan cuenta de que no son los únicos a quienes les ocurre eso y compartir puede volver esa experiencia menos dolorosa", explicó Natalia.



Los vecinos se juntan los sábados para presentar las ofertas que ofrecen en canje.
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