Carlos Duclós
Toda la estructura del derecho ha cambiado en las últimas dos décadas y las transformaciones se siguen produciendo dinámicamente. Sin embargo, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Santa Fe, Rodolfo Vigo, sostiene que en nuestra región aún no hay una acabada conciencia de ello. Para él, hoy la responsabilidad de un juez es "hacer justicia a través del derecho y no de la ley". Estas son sus reflexiones. -¿Cuál es la condición que debe tener un buen juez? -Antes la autoridad se justificaba por sí misma, ahora la tenemos que justificar aportando algunas cosas que antes no se aportaban. Por ejemplo, una clara conciencia de ser y parecer independientes. Hay un fuerte reclamo de la sociedad por la independencia. Por un lado se requieren jueces con una muy fuerte capacidad auditiva para medir el nivel de exigencia de legitimidad de la sociedad. El tema del decoro, además, debe observarse, así como mucha sensibilidad para la imparcialidad y la capacitación en lo específico. Podríamos añadir la conciencia funcional e institucional. Un juez se supone que debe poseer una sensibilidad muy especial para estar a tono con la demanda de la sociedad, del derecho y de las partes. Hoy se torna necesario un juez fuertemente dinámico, activo, inquieto, con una personalidad flexible, de apertura mental. -¿En el momento de dictar sentencia qué debe prevalecer, observancia estricta de la ley o el acto de justicia? -Voy a reconstruir la pregunta interesadamente. La responsabilidad del juez es hacer justicia a través del derecho, no de la ley. Esto es una fórmula de la Corte nacional y de alguna otra teoría del derecho. Hacer justicia a través del derecho, porque el derecho no quiere decir sólo la ley, el derecho quiere decir la Constitución, precedentes jurisprudenciales, doctrina actualizada. Mi responsabilidad no se agota en ser el repetidor de la ley. Los jueces aplicamos el derecho que como una esfera se apoya en un punto, pero sobre ese punto descansa el peso de todo el derecho. No hacemos justicia al margen de la ley, ni nuestra responsabilidad es ser una especie de torpe repetidor de la ley. -¿Códigos garantistas o inquisitivos? -Si garantismo quiere decir que nadie piensa en los derechos de los demás, indudablemente es una posición extrema y desajustada con la realidad. Si inquisitivo quiere decir que nadie piensa en los derechos humanos de quien ha cometido un delito me parece el otro extremo. La virtud está en el punto medio: ni vicio por exceso ni vicio por defecto. -¿Qué perfil adopta el derecho en el mundo, hacia dónde se orienta? -El autor italiano Zagrebelsky plantea en el libro "El derecho dúctil", que ha sido objeto de mucha reflexión, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Vamos de un derecho pensado en la centralidad de la ley a la centralidad de la Constitución. Se está hablando de la constitucionalización de todo el derecho con todo lo que implica esto como carga axiológica. Vamos del Estado nacional como fuente última de la juridicidad a los espacios transnacionales. Vamos del reclamo obsesivo y reducido a la seguridad jurídica, que era un poco el valor burgués de la revolución francesa por excelencia, a un reclamo por una justicia concreta. Vamos de un derecho pensado desde el Poder Legislativo a un derecho fuertemente generado en el Poder Judicial; de un derecho construido por normas donde se preveía un supuesto y la consecuencia a un derecho pensado con principios. Principio de justicia, principio de una fe. Hoy en día los códigos que se intentan hacer en Europa no son códigos normativistas, sino códigos principistas que dejan luego un amplio espectro de discreción prudente para el juez. Vamos de un derecho academicista de teoría y de las ciencias, a un derecho fuertemente práctico. Realmente el derecho ha cambiado en las dos últimas décadas de una manera increíble y uno advierte que este cambio no está muy difundido ni comprendido en los tiempos que corren en nuestra región. -La frase es conocida: "Si la justicia es lenta no es justicia". ¿Es así? -De eso no cabe duda, solamente tendría que suscribirla. Otro problema es por qué la justicia es lenta y qué debemos hacer para superar esa lentitud. -¿Esto implica que en Argentina está menoscabada la administración de justicia? -Sin duda se comprueba que hay zonas de los poderes judiciales en general donde el gran problema es la morosidad. Nos pasa a nosotros y en particular a la Corte. Pero en esto yo creo que comienza a haber conciencia de que el presupuesto del Poder Judicial está marcado por una realidad que pone la sociedad. Fíjese que acá tenemos estructuras que no han cambiado en veinte años. No ha pasado nada dentro del Poder Judicial y el problema es lo que ha pasado fuera del poder, en la sociedad. Este aumento de la litigiosidad tiene que ir acompañado de una respuesta flexible, pero será necesariamente creciente. Uno a veces percibe que no existe la conciencia de prestar atención al Poder Judicial no para abusar, sino para que vaya obteniendo presupuestos y exigirle también innovación, porque tampoco es conveniente más de los mismo. -¿Está de acuerdo con medidas tendientes a abreviar los juicios? -No estoy dispuesto a dar respuestas parciales o mágicas. Creo que el problema tiene tal nivel de complejidad y se produce por tan diversas causas que suponer que se resuelve reformando el Código Procesal o dando más atribuciones a los jueces es simplificar inadecuadamente el problema del que hablamos. Aquí hay que pensar en otro tipo de estructuras administrativas, otro tipo de competencia judicial, en reformar normas, en modificar el pensamiento de los jueces, en muchas otras cosas. Si no, serán paliativos que como paliativos asistemáticos uno no saben dónde terminan.
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