Año CXXXIV
 Nº 49.095
Rosario,
domingo  22 de
abril de 2001
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Por las bateas
Dave Matthews Band, el fino arte del equilibrio
El grupo regresó con un disco distinto que no altera su esencia

Con diez años de carrera y 20 millones de discos vendidos en su haber, a la Dave Matthews Band le llegó la hora del gran planteo: "Seguimos como estamos o cambiamos con riesgos". Lo curioso es que el grupo eligió la segunda opción sin perder su posición de envidiable equilibrio.
La Dave Matthews Band (DMB) siempre fue ese grupo amado por los conservadores (pop-rockeros de los 70 y principios de los 80), y odiado por los renovadores (noises, tecnos, experimentales, minimalistas, etcétera), al que nunca se le pudo cuestionar cómo ni cuánto toca. Con su cuarto disco, "Everyday", la banda no se mueve de ahí, a pesar del sacudón que produce el riff que abre el primer tema, el huracán rockero de "I Did It".
Después de un período de bajón anímico de su líder, la DMB parece haber revivido con un sonido más simple y directo, sin zapadas interminables ni solos destacados. La voz de Dave Matthews ahora suena mucho más cercana a la de Eddie Vedder, y el grupo a veces también amaga con hundirse en los terrenos densos de Pearl Jam.
La vibrante "I Did It" es apenas una muestra de que la veta más acústica de la DMB acá ha desaparecido. "When The World Ends" y "The Space Between" arrasan con estribillos espesos, épicos, cargados de emoción, de esos que los Counting Crows o Creed plagiarían para cualquier canción. Ahí más que nunca, y en todo el disco, se nota la mano de Glen Ballard, el productor del álbum que coescribió los 12 temas junto a Dave Matthews.
"Angel" es una auténtica balada marca Ballard, con una gran melodía y otro estribillo para coleccionar. Su marca también está en "If I Had It All", un lento que llega al clímax heroico con el estribo.
La influencia de Ballard, que trabajó con Alanis Morissette en "Jagged Little Pill", juega a dos puntas. Por un lado inyectó al grupo una nueva energía, y por otro lo inclinó muchas veces hacia sus fuentes, el AOR de los años 80, ese estilo de canción pomposa para los estadios.
Por suerte la DMB consigue salvar su esencia en su extraño equilibrio. Las influencias de Sting y Gabriel todavía están ahí. La intro reggae acelerada tipo Police de "Dreams Of Our Fathers" lo dice todo. El comienzo y la percusión de "Fool To Think" combina las dos partes, al igual que la intimista "Sleep To Dream Her".
El manejo tramposo de los tempos y ese entramado fino de los instrumentos también permanecen. "So Right", con su base funky, es la prueba de que Stefan Lessard y Carter Beauford conservan su terrible swing afrolatino. "What You Are" trae aires orientales con el violín de Boyd Tinsley. La guitarra de Carlos Santana encaja perfecto con el sutil acento negro de "Mother, Father". En "Everyday", el tema que da título al disco, el grupo se concede una perlita gospel acústica que Matthews canta como los dioses.
Lo mejor es que no parece haber nada de artificial ni de presuntuoso en Dave Matthews, algo que no se podría decir tan fácilmente de algunos de sus colegas y afines. El disco puede saturar, pero sus canciones son de las que acompañan. Ni siquiera es importante saber inglés, porque sus letras no dicen mucho más de lo que la música puede decir por sí sola. Y acá hay mucha música.



La DMB revivió con un sonido más simple y directo.
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