Año CXXXIV
 Nº 49.095
Rosario,
domingo  22 de
abril de 2001
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Explorer of the Seas: Un crucero de fantasía
Una pista de hielo, una pared de roca para escalar o una cancha de golf son algunas de las atracciones de este modernísimo barco

Viajar a bordo de un crucero es una fantasía habitual. Pero una vez que ese sueño se hace realidad, las expectativas siempre son superadas por las increíbles opciones que brinda este tipo de viaje.
El Explorer of the Seas, de Royal Caribbean, es el barco más grande del mundo. Con 14 pisos y capacidad para 3 mil personas, esta pequeña ciudad cinco estrellas zarpa desde Miami rumbo a los puertos del Caribe.
En el mismo puerto estadounidense el viajero puede maravillarse con la imponente figura del barco, que sobresale entre el resto de los cruceros anclados.
Apenas aborda, el pasajero se maravilla porque es difícil imaginar una pista de hielo, una pared de roca para escalar de 61 metros o una cancha de golf, todo en el interior del barco.
Un crucero ofrece opciones incomparables con otro tipo de viaje. Una vez que se instala en el camarote, todos sus problemas ya están resueltos. No hay que armar ni desarmar valijas, ni pensar dónde comer, qué hacer a la noche, o de qué manera llegar a la paradisíacas ciudades del Caribe.
Por la mañana espera un suntuoso y completo desayuno a elección en cualquiera de los restaurantes, vista al mar, por supuesto. Después, el gimnasio es una opción recomendable ya que cuenta con las máquinas más modernas y sofisticadas para hacer ejercicios sin sacrificarse demasiado. Media hora en el caminador puede ser mucho más entretenido, teniendo el cielo y el mar frente a los ojos.
En el mismo lugar puede tomarse un baño sauna, después un masaje y una tercera opción: un agradable relax en el yacuzzi. A los pocos metros del gimnasio está la pileta, el solarium y el yacuzzi al aire libre, donde el relax puede hacerse sin perder el bronceado, y acompañarlo con una bebida tropical.
La puesta de sol es necesario verla desde la proa, donde el barco parece viajar hacia ese espectáculo de la naturaleza. Por la noche, las opciones para cenar son variadas, ya que cuenta con varios restaurantes de cocina internacional. Después, puede disfrutarse un espectáculo musical en el teatro, un show sobre el hielo, o hacer una pasadita por el casino, cuya decoración tiene gran similitud con los casinos de Las Vegas, o asistir a la fiestas que se desarrollan en los distintos días que dura el viaje.
A medida que avanza la noche los bares temáticos ofrecen distintas posibilidades. Allí hay lugar para todos los gustos, desde un señorial club de cigarros, un bar donde puede saborear los champanes más sofisticados, o un club de jazz con orquestas incluidas.
Si el interés pasa por la movida nocturna, el barco ofrece una confitería bailable, decorada como una capilla medieval, donde se puede bailar hasta el amanecer. Para los más románticos es recomendable un paseo por la proa bajo las estrellas, donde hasta el barco parece desaparecer en la inmensidad del cielo.
Si todo esto no es suficiente, todo está preparado para conocer Labadee, una playa de aguas cristalinas en las costas haitianas; recorrer el viejo San Juan de Puerto Rico y maravillarse en sus callecitas adoquinadas y casas de colores.
El viaje continúa en Saint Thomas, donde además de recorrer una ciudad pintoresca y tranquila, las playas se ofrecen generosas, o el cruce a la isla de Saint Jhon, maravillosa reserva de la humanidad que alberga una de las playas más bellas del mundo. El último lugar es Nassau, donde vale la pena visitar la colorida ciudad de influencia francesa para terminar en playas increíbles.


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