Año CXXXIV
 Nº 49.095
Rosario,
domingo  22 de
abril de 2001
Min 8º
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Robin Cook, con una aspiradora enorme

Alfredo Chies

Abducción, un término asociado a un tipo de absorción muy utilizado por los ufólogos que insisten que en los estratos interiores de la Tierra existe una civilización muy avanzada, que se cuida de interactuar con los terrestres, es la esencia de esta nueva novela de Robin Cook, quien parece haber descubierto que puede contar casi lo mismo con menos páginas.
Escrita con un estilo veloz y certero, "Abducción" lleva al lector casi de las narices sin interrupciones, ya que el relato no se cae.
Soportado en hilos centrales de grandes obras de la ciencia ficción, el trabajo vuelve a tañir la cuerda de las experiencias sociales utópicas.
Uno de los pueblos que habitan la franja intermedia entre la corteza terrestre y el candente magma del núcleo de la Tierra, los interterranos (que son los primeros y más evolucionados humanos), succionan a varios buzos y submarinistas hasta su mundo, donde los obligan integrarse a una sociedad donde existen dos clases: una compuesta por ciudadanos hermosos y jóvenes con un -para los terrestres- extraño sentido del devenir, y la otra reducida a una aceptada servidumbre.
La idea parece tomada de los estratos sociales griegos, pero invierte la cantidad de ciudadanos (la mayoría) y de trabajadores, unos seres mitad humanos y mitad máquinas que pueden reproducirse y que acatan las órdenes con gusto porque hacen del trabajo su esencia y su felicidad. Además, los trabajadores no pueden hablar ni expresar sentimientos, de modo que no se enojan, no hacen huelgas ni se agremian.
De todas formas, el genio de unos y el trabajo de otros mantienen ciudades limpias, agradables y en extremo confortables donde por supuesto no hay enfermedades ni violencia física o psicológica porque han desterrado la idea del mal, de modo que a existencia es solamente un apacible devenir de la felicidad.
En esa sociedad utópica conformada por individuos con un fuerte sentido de clase aunque solidarios hasta el fanatismo, late un costado oscuro: desterraron el concepto común de muerte porque dominan un proceso que les permiten alcanzar la eterna juventud, pero a costa de severas transgresiones.
Ese mundo llevado con denuedo a la perfección a través de máquinas e invenciones maravillosas de pronto es sacudido por la llegada de los terrestres y severamente contaminada, y no por bichos dañinos sino porque producen un sismo en las estructuras filosóficas de los interterranos, más asimilados a una corriente cultural de la vieja Europa sofisticada que al filón salvaje y primitivo que esgrimen algunos estratos estadounidenses.
La vida marina, omnipresente, condiciona siempre la relación entre los hombres y mujeres de la cultura subterránea que, a los ojos de los de la superficie, viven dentro del útero materno pero nunca pueden llegar a nacer a la luz, a los espacios infinitamente abiertos del planeta en la superficie, aunque sea común para ellos los viajes interestelares.
Es precisamente esa sensación de vivir encapsulados la que lleva a la mayoría de los recién llegados a pensar sólo en regresar a su vida anterior, a pesar de que la nueva, la que están conociendo, les ofrece sólo alegrías, confort inimaginable y la increíble sensación de estar alejados de las eternas miserias humanas.
El fantasma de Julio Verne asoma por toda la novela pero no interfiere con la trama. "Abducción" no se acerca a "Coma", pero sigue la línea y hace gala de exhaustivas descripciones de cuestiones científicas que soportan bien la trama. En cuanto a los personajes, son arquetípicos y predecibles, pero abonan el formato de cómic que sobrevuela algunos capítulos.



Robin Cook, además de ser escritor es médico.
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