Bosque, la novela que Antonio Dal Masetto publicará en agosto, no es otra cosa que la prometida continuación de "Siempre es difícil volver a casa", suerte de policial publicado por primera vez en 1985 y que había sido llevado a la pantalla por el desparejo Jorge Polaco, una elección poco feliz en la que el autor no tuvo que ver: "que Polaco haya filmado ese libro es uno de esos chistes del destino", dice hoy.
La "secuela" transcurre en el mismo pueblo, cuyo nombre da título al libro. "Pasó un año y medio desde el asalto al banco y la gran cacería colectiva para atrapar a los asaltantes", anticipa el autor. "Un forastero llega al lugar, algo se desata, va creciendo y el pueblo vuelve a mostrar su alma oscura. De alguna manera el libro es, entre otras cosas, consecuencia de una crítica, medio en serio medio en broma, un comentario desencantado, que me hizo Osvaldo Soriano cuando apareció "Siempre...": «al final ganaron los malos», me dijo. Quizá en Bosque haya tratado de poner las cosas en orden y equilibrar la balanza".
Contar a los saltos
Ya en su primera novela, "Siete de oro" (1969), Dal Masetto mostraba un profundo conocimiento de la literatura norteamericana, no sólo en su pasión por el camino -que atribuye en parte a la herencia beatnik- sino también en su narración fluida, lacónica, que no duda en acelerarse para saltear escenas que no le interesan.
Esto último, sin embargo, no obedece a una búsqueda de entretenimiento al estilo de un Hitchcock ("el cine es la vida sin las partes aburridas", decía el maestro del suspenso) sino que a menudo le permite centrarse, precisamente, en los tiempos muertos y los momentos de rutinaria soledad del protagonista.
El autor, sin embargo, no parece consciente de ese detalle: "supongo que desde el comienzo, desde los primeros cuentos, había andado husmeando y tratando de detectar cuál sería una buena dirección para la prosa que pretendía producir. Y rápidamente advertí que las leyes a las que debía someterme eran la economía en todos los casos, y la rapidez ahí donde no había razón para demorarse", dice.
La elección de lo que hay que saltear, sin embargo, suele ser una de las más difíciles a la hora de escribir. "Chejov decía que saber escribir es saber tachar -recuerda-, y suele ser lo más difícil, porque uno muchas veces se encuentra ante algo que a uno le gusta y que tiene entidad, pero no guarda la debida proporción con el resto. Duele mucho sacar esas cosas. Yo lo que hago es decirme a mí mismo: «bueno, no lo voy a borrar; lo voy a sacar y voy a dejarlo a un costado (con la PC es fácil: queda abajo de todo, separado del documento por un espacio) para ver cómo queda». Una vez que uno lo sacó, ese pedazo nunca vuelve".
Demasiado lejos desaparece
"No me animo a escribir sobre cosas que desconozco por un problema de honestidad", decía Dal Masetto en la época en que ganó el Premio Planeta por "La tierra incomparable" (1994), continuación de la consagratoria "Oscuramente fuerte es la vida" (1990). Esta última se basaba en la vida de su madre en Trani; Antonio nació en ese pueblo italiano en 1938, llegando con su familia a nuestro país a los doce años de edad. Sin embargo, en 1997 publicó "Demasiado cerca desaparece", un intento de pura invención. Hoy el autor reconoce: "esa novela es la que siento más lejana en el sentido que decís. No la considero la mejor, pero está bien, es un libro decente".
Tal vez ese intento lo convenció de no apartarse del camino anterior. "Uno siente cuando hay sangre caliente en lo que escribe", insiste; "como dijo alguien, hay que escribir de lo que uno sabe. Al escribir eso se percibe y lo alienta a uno a seguir; el lector también lo percibe. Y cuando uno siente que eso está, el texto funciona, sale con otra facilidad".
Enseguida alerta: "esto no significa que todo lo que ocurra, por el hecho de ser cierto, pueda ser trasladado tal cual a la literatura. Cuando decimos «es cierto», es que la esencia es cierta: los hechos pueden ser agrandados o reducidos, tergiversados. Por otro lado, a veces uno siente que la realidad exagera: uno vierte el hecho en el papel y siente que es como mucho, no resulta creíble: ahí la defensa de decir «esto ocurrió» no sirve. En "Oscuramente..." hay un momento en que la madrastra le cuenta su vida a la protagonista, y es algo terrible: el padre perdió su negocio, los hermanos son internados... Todo eso es una historia real que me contó mi mamá. En medio de esos acontecimientos, la madre de esa mujer se había suicidado. Y eso en el papel era demasiado. Estuve viendo cómo resolverlo, y finalmente encontré la manera: cuando le preguntan, el personaje dice: «de mi madre no te voy a hablar». No dice lo que pasó pero da una idea oscura, inquietante".
¿La invención pura es difícil, entonces? "No sé, tal vez depende de para quién -responde Dal Masetto-. Tal vez hay cabezas que están más preparadas para la pura invención. Es difícil definirse en este sentido: es como preguntarse por qué se escribe. Se trata de algo personal que surge en algún momento de la vida y uno se da cuenta de que lo suyo es eso".
Dal Masetto lo piensa un momento y agrega, como quitándole importancia: "esto se ha dicho muchas veces".