| | cartas Honra de inspector
| En estos días, y esto no es nuevo, las organizaciones públicas están sufriendo el repudio de gran parte de la sociedad, que las acusa de ineficientes, burocráticas, anticomunicantes y, como si fuera poco, de corruptas. Sin embargo, quiero contarles mi experiencia como inspector de tránsito. Soy estudiante de Comunicación Social de la UNR y pude acceder a un contrato por un año. Fue un año único en mi vida. No solamente desde la posibilidad de contribuir al mejoramiento del tránsito sino desde lo gratificante que fue para mí y mis compañeros asistir todas las semanas en calidad de docente y dictar clases de educación vial a chicos de cuarto y quinto gradod. A los Cuidapapis, como los denominábamos. Qué lindo era ver sus caras cuando uno llegaba al aula y se desprendía de ellos una sonrisa. Yo también fui inspector de tránsito y lo digo con toda honra. Cuántos sentimientos afloraron en mí cuando muchos taxistas, colectiveros y amigos que uno conoce en la calle se despidieron de mí hasta con lágrimas. Saludo a todos los que formaron parte de mi año laboral y los aliento para que sigan en esta difícil pero fascinante labor. Mariano Alberto Paschetta
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