Año CXXXIV
 Nº 49.095
Rosario,
domingo  22 de
abril de 2001
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Rodrigo y el negocio de la muerte trágica

Silvio Mario Valli

Sólo 14 días le demandó al productor Alberto Scalella (de Argentina Sono Film) realizar "Rodrigo, la película" a un costo de un millón de pesos, destinado en gran proporción a la posproducción, pasando archivos de los recitales del Potro cordobés a digital y compatibilizándolos con las secuencias propiamente dichas del filme.
La demora en cristalizar el proyecto obedeció a que Ramón Ortega (a) Palito, abrumado por los vaivenes del Senado (por si no lo recuerda es senador en ejercicio), lavado de dinero y desavenencias con "Julio "Aquííí Cosquín" Mahárbiz, no pudo aprovechar la oportunidad, hace alrededor de 10 meses, para capitalizar la muerte del bailantero como fuente inagotable de ganancias.
La muerte es un buen negocio, máxime cuando se trata de actores, cantantes, princesas, modistos, etc. Si murieron trágicamente, mejor. La prueba está que sibilinamente suele preguntarse ¿para cuándo la película?
Claudio Levrino, Carlos Gardel, Lady Di, Versace, etc. fueron motivo de oportunismo comercial, y los serán Gilda, Luca Prodan, etc. comercializando la necrolatría -reverencia, culto o adoración de lo muerto- sentimiento entre genuino e ignorante, buscando llenar vacíos propios por falta de referentes válidos.
Las películas inspiradas en sus vidas-muertes van del documental (como en el caso de Rodrigo, por los inserts) a la ficción, pasando por el docudrama ("JFK"). Desde el homenaje a la impostura hasta lo abiertamente especulativo-comercial.
Prueba de esto último es que lo encontré a mi Outsider Personal, admirador de Rodrigo "Potro" Bueno, así: gaseosa de Rodrigo, muñeco, remera, libro, cartuchera, poster, guantes de box y ¡¡vela milagrosa!! ("ad hoc").
Cuando le pregunté por su curioso aspecto, sólo alcancé a escuchar por debajo de todo el merchandising... Voy a encontrarme con él, Don Valli, como dice la promoción de la tele. He ingresó al cine. Le di mi laica bendición al tiempo que me repetí: Bienaventurados los simples porque de ellos será el reino de los cielos.


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