Año CXXXIV
 Nº 49.094
Rosario,
sábado  21 de
abril de 2001
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El músico se presentará mañana en el teatro del Centro Cultural Parque de España
Lee Konitz: "Todavía me interesa la pureza de la música"
En una charla con Escenario la leyenda viva del jazz dijo que nunca se propuso seriamente ser original

José L. Cavazza

El jazz en Argentina hoy es cosa seria. A una buena cantidad de excelentes músicos locales y un público que se renueva año tras año, se agregaron las visitas de los mejores intérpretes del jazz internacional. También es cierto que muy rara vez algún gigante pisa las calles de Rosario. Esta vez, afortunadamente, la regla falló y la mayor leyenda viva del saxo llega a esta ciudad: Lee Konitz se presentará mañana, a las 20.30, en el teatro del Parque de España, en un recital que tendrá un telonero de lujo: Adrián Iaies, el pianista argentino que fue toda una revelación en el 2000.
Konitz tocó su saxo alto junto a figuras como Miles Davis, Gerry Mulligan, Lennie Tristano, Bill Evans y Warne Marsh, además de hacerlo a dúo con los pianistas Michel Petrucciani y Brad Mehldau, por citar a dos nombres de las últimas décadas. A pesar de ser de los saxofonistas del cool jazz el que mejor supo evolucionar de ese estilo hacia un futuro enriquecedor, Konitz hoy es verdaderamente grande sobre todo porque su propia historia puede describir la historia del jazz de los últimos 50 años.
Es un hombrecito de barba blanca, tez rosada y manos pequeñas que nació en la negra Chicago hace 73 años. Ser el sobreviviente de una generación de músicos de jazz tan increiblemente talentosos como desaparecidos en acción entre hábitos suicidas y heromaníacos es apenas una frase. También, es una frase que no le gusta nada a Konitz para comenzar la entrevista con Escenario en una suite del piso 20 del Sheraton Hotel de Buenos Aires. Desde el ventanal se puede ver la Torre de los Ingleses de Retiro, que acaba de encender sus luces. Como única respuesta, Konitz sopla una vez más y por última vez el saxo oro viejo. Una especie de gruñido metálico. Había tomado el instrumento minutos antes para la sesión de fotos y entre flash y flash desempolvó las notas iniciales de "Lover Man".
-Desde su llegada a la Argentina los medios no han dejado de mencionar en sus artículos su capacidad en los años 40 para eludir la influencia de Charlie Parker. ¿Es que era muy difícil no copiar a Parker?
-Al comienzo siempre se da un proceso de copia, pero yo estaba interesado en otro tipo de música. Me interesaba Charlie Parker y en un momento de mi carrera traté de aprender todo lo posible de él, pero más que nada aprendí mucho de Lennie Tristano, que era un músico que me seducía más. En un principio me sentí bastante influenciado por el clarinetista Benny Goodman, pero la influencia más fuerte fueron los músicos negros que lo antecedieron. De todos modos, no es nada divertido copiar.
-¿Por qué fue tan significativo en la historia del jazz el Miles Davis Nonet, a pesar de sus dos semanas de vida?
-No sólo porque era un grupo de cámara sino porque los arreglos eran muy refinados, y los músicos que lo integraban eran muy experimentados. Pero la causa esencial es que fue una banda de compositores más que instrumentistas. Duró poco porque de antemano fue un proyecto de una semana; tocamos en un club, se editó el disco ("Birth of the Cool") y todo terminó. Fue como una gran jam session y, eso, obviamente llega a su fin cuando termina la función.
-Su música tuvo en Alemania un efecto más perdurable que en otros lugares, ¿por qué?
-Bueno, no creo que sólo en Alemania me haya ido bien. En Córdoba, donde toqué esta semana, en Holanda y en otros lugares también los shows fueron muy buenos.
-Es cierto, pero en los 50 casi todos los músicos alemanes de jazz conocidos lo mencionaban como el que más había influido en ellos.
-Sí, es verdad. Fue algo que sucedió y nunca supe bien el motivo.
-¿Qué jazz escucha hoy?
-He escuchado demasiadas cosas, desde el último disco de Keith Jarret, Lennie Tristano y Brad Mehldau hasta un quinteto de Bartok. Tengo un registro alto para escuchar música, desde lo clásico a lo que llamo jazz real.
-¿Jazz real?
-Sí, Tristano, Charlie Parker, Louis Armstrong, Lester Young...
-Y de las nuevas tendencias, ¿qué le interesa?
-Hay muchos músicos jóvenes que están intentando distintos estilos. Hoy escucho sobre todo jazz acústico, los grupos más electrónicos me parecen una porquería. Una verdadera mierda. Tengo que hacer una salvedad: aún disfruto de los discos de Weather Report, que hacían una fusión con lo electrónico, pero lo que principalmente me interesa hoy es la música acústica y un jazz más directo. En Córdoba me sentí muy cómodo, porque toqué en un teatro totalmente acústico y sin ningún tipo de amplificación y la conexión con la gente funcionó muy bien.
-Pero usted fue uno de los primeros en experimentar con instrumentos de viento amplificados electrónicamente...
-Sí, sí, eso pasó a fines de los 60, pero treinta años después me siento más seguro en lo acústico, porque si la música es buena no hace falta amplificarla. Creo que es preferible que el público se sienta a gusto, se acerque plácidamente a la música y no que la amplificación termine espantándolo.
-¿Cree que algún músico actual va a ser historia en el jazz?
-Mark Turner, saxo tenor, con el que hice un disco recientemente; el trío de Keith Jarret, el pianista Brad Mehldau. Después se está acentuando la tendencia a la que llaman world music (música del mundo), que consiste en una fusión de distintos estilos y ritmos.
-Esa fusión ¿es tan creativa como lo fue el bebop en los años 40 y 50?
-No, me parece que antes el jazz era más directo y puro, que con unos pocos elementos volvía muy fuerte a la música. Hoy hay una corriente que está mixturada con lo africano, lo asiático y lo latino, lo cual lo convierte en un sonido más ambiguo. A mí me sigue interesando la pureza de la música.
-¿Se siente hoy más libre para tocar?
-Generalmente, me he sentido libre para improvisar todo el tiempo, pero también depende del día y de la acústica del lugar. Pero sí, es posible que básicamente hoy me sienta más libre para tocar.
-¿El sonido de su saxo cambió con el tiempo?
-Tanto la melodía como el sonido de mi saxo cambia constantemente, ya que es un instrumento bastante flexible. Eso me permite bucear y descubrirle cada día nuevas posibilidades sonoras.
-¿Y el público en qué cambió?
-Hoy el público de jazz está más informado y educado musicalmente, pero las viejas ganas de escuchar a un músico improvisando con su instrumento es lo que sigue manteniendo vivo al jazz.
-¿Sabe cuándo encontró su voz propia?
-Sinceramente, no me acuerdo de tal cosa (risas). Lo que sí puedo asegurar es que en ningún momento me propuse como meta encontrar un sonido original, simplemente toco lo que mi cuerpo me permitió y me permite tocar.
-¿Desde su ingreso a la escuela de Tristano, usted quedó etiquetado como un músico de cool jazz. ¿Qué significa hoy ser cool en el jazz?
-Esa palabrita era cosa de los críticos de la época (sobre fines de los años 40), un término peyorativo porque tendía a distinguir a los músicos entre negros y blancos. Los blancos eran quienes tocaban cool -de una forma fría- y los negros un jazz con más fuerza y sentimiento. Charlie Parker era negro y no había nadie más intelectual que él. Mi impresión es que cuando la música es real, cualquiera que la toque, ya sea judío, italiano, negro o blanco, la transformará en cool. Es un término que aún hoy algunos lo quieren usar en forma negativa, pero mientras deletreen bien mi apellido en la prensa, lo demás no me preocupa.
-¿En qué proyecto está trabajando actualmente?
-En lo de siempre: simplemente estoy tratando de sacar el sonido con el que me siento más familiar y el que me llega a la cabeza.
-¿Siempre con algún disco en vista?
-Estuve grabando en Italia, y salieron dos discos que grabé el año pasado. Siempre se me presenta situaciones nuevas para grabar.
-¿Qué tiene de particular la formación de trío -saxo, contrabajo y batería- con la que llegó a la Argentina?
-Estos dos músicos que me acompañan (Ron McClure y Jeff Williams) se escuchan mucho uno a otro, y eso hace que la música funcione. El trío me permite un acercamiento más sencillo con el público. ¡Que preparen las orejas en Rosario!, vamos a tocar los viejos standars, que son canciones con las que me siento muy seguro porque las conozco muy bien, y entonces me puedo permitir mayores libertades.
-¿Cuál de los tantos dúos que integró le dejó mejor recuerdo?
-Con muchos músicos me sentí bien, pero puedo destacar a dos del resto: Paul Motian, con quien toqué en el Lincoln Center y me sentí maravillosamente bien, y con el pianista francés Martial Solal.
-La última: ¿adónde va el jazz?
-Hace un año, en Roma hacía una entrevista y cuando faltaba una hora para el concierto y al permitir una pregunta más, uno de los periodistas me hizo esa pregunta, ¿adónde va el jazz?, y yo le contesté: "A la sala de concierto". El jazz, sin dudas, va para adelante y va a seguir creciendo porque siempre aparecerán buenos músicos y un público dispuesto a escuchar.



Konitz señaló que "copiar no es nada divertido".
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