Sergio Faletto
Central está vivo. La alegría es sólo canalla. Tenía que clasificar y clasificó. Es verdad que le costó más de la cuenta, pero eso ya seguramente a los hinchas poco les importa. El punto de inflexión del partido fue la tonta expulsión de Jairo Castillo apenas arrancó el segundo tiempo, porque a partir de allí, y más allá de que a Central le cueste horrores desequilibrar en el arco rival, fue sólo cuestión de esperar el momento para sellar una victoria que se veía venir. Apareció Matías Lequi robándole una pelota a Méndez para que Ezequiel después dejara sólo a Pizzi, quien le puso la firma a una victoria difícil pero trabajada desde el minuto inicial. Después Arias, ya con la historia escrita, terminó de coronar el triunfo de la clasificación. Una victoria que cambia ostensiblemente el oscuro panorama previo, porque de ahora en más Bauza sonreirá con más tranquilidad. Los dirigentes tendrán el tiempo suficiente para darse una oportunidad más y ordenar la institución. Central arrancó el partido jugando una verdadera final, ajustado a un libreto previo, tratando de manejar la pelota con inteligencia y poniendo autoridad de la mitad de la cancha hacia adelante. Controlaba los tiempos, hacía circular la pelota y buscaba a través de Lequi por izquierda una salida permanente, artilugio táctico que desorientó en un principio a los dirigidos por Compagnucci. Paradójicamente, Vélez se mostraba frío, muy poco exigido a pesar de su necesidad y, por momentos, hasta previsible. En este esquema fueron los canallas, que al mejor estilo de un boxeador netamente técnico, quienes se pararon en el centro del ring y de allí diseñaron la estrategia establecida. Pero Ezequiel y De Bruno eran tomados rápidamente por Cubero y Pietravallo y al equipo auriazul le faltó profundidad de tres cuartos de cancha hacia adelante para sorprender al fondo local. Cuando promediaba la etapa inicial, Morigi entendió que el camino era a las espaldas de Lequi y a partir de allí fue Vélez el que originó una que otra llegada con emoción. Pero Central no se desordenaba y, salvo algunas recurrentes distracciones de Marra, todo estaba saliendo tal como había sido calculado por Edgardo Bauza. Sin embargo el período inicial dejó un gran interrogante: si Central sería capaz de lograr su cometido siguiendo por este camino y también comprobar si Vélez cambiaría su anodina actitud para ir a buscar el urgente triunfo para conseguir la clasificación. En el complemento, Vélez salió decidido a ser protagonista, pero el colombiano Castillo enseguida le dio un papel secundario. Roja para el delantero y Central tuvo el campo libre para definir el pleito. Le costó y vaya si le costó, porque la inferioridad numérica del rival dejó al descubierto las limitaciones que tiene el canalla para desequilibrar. Pero de ilusión también se vive y mucho más cuando la realidad da la razón. Pizzi y Arias estremecieron el corazón auriazul y dejaron al pueblo de Arroyito alborozado de felicidad, prometiendo seguir acompañando el anhelo llamado Copa Libertadores.
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