Año CXXXIV
 Nº 49.090
Rosario,
martes  17 de
abril de 2001
Min 19º
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Editorial
Progreso notable en sida

Más allá de que la enfermedad está muy lejos de ser derrotada y de que la situación continúa siendo grave, razón por la cual es imprescindible no bajar la guardia, sin dudas que el marcado descenso del índice de muertes por sida en Rosario constituye un dato alentador. Un dato que ratifica el concepto de que el esfuerzo serio, decidido y sostenido en la atención pública y privada de la salud encaminado a un objetivo específico da frutos muy positivos.
Un dato estadístico corrobora lo dicho: las muertes por sida aquí cayeron, en el período epidemiológico 1997/1991, el 36 por ciento, mientras que en todo el país lo hicieron poco menos del 20 por ciento. La explicación responde a que en nuestra ciudad se conjugan diversos factores positivos. Por ejemplo, la provisión obligatoria de modernos tratamientos antirretrovirales por parte de la Nación y las obras sociales, a lo que se suma de manera sustancial la acción provincial y local, ésta con el Programa Municipal de Sida (Promusida).
Desglosados en números, en Rosario se pasó de 118 fallecidos en 1996 a 58 en 1999, estimándose que alrededor de ese último guarismo estaría girando la realidad presente, cuyo estudio estadístico aún está en proceso. "Estadísticamente estaríamos en una meseta -declaró a este diario el director de Promusida, Damián Lavarello-, con fluctuaciones anuales irrelevantes. Esperamos no ver un rebrote".
Sin dudas que, como bien advierte indirectamente el profesional, no hay que bajar la guardia, pero también es dable destacar que una vez más ha quedado comprobado que los esfuerzos coaligados a un fin dan buenos resultados. En tal sentido, debe persistirse con el tratamiento médico de la enfermedad, pero ello sin olvidar la importancia -sin dudas mucho mayor por su enorme proyección- de la tarea preventiva.
Sobre el particular no hay que olvidar que, tanto en Rosario como en el resto del país, se da la tendencia de que cuanto más bajo es el nivel de instrucción, un indicador contundente de la situación económico-social, más crece la incidencia de la enfermedad. En consecuencia, junto con el doctor Lavarello puede decirse que de tal manera se sustenta el concepto de "pauperización de la epidemia". Es que entre 1990 y 1999 los enfermos analfabetos o con escuela primaria incompleta pasaron del 6 al 28 por ciento del total. Los que cursaron la primaria completa o parte de la secundaria permanecieron estables, y los que acabaron sus estudios medios o tienen educación superior mostraron una franca reducción.
El claro y definido camino que traza la lectura de esta realidad no es otro que el de la necesidad de persistir sin fisuras tanto en el esfuerzo médico y como en el educativo.


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