Año CXXXIV
 Nº 49.090
Rosario,
martes  17 de
abril de 2001
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Las relaciones entre Justicia y derechos humanos
"Quien piensa que hay exceso de garantías cree que nunca irá preso"
Lo dice la abogada Ana María Figueroa al analizar el equilibrio entre los derechos de víctimas y de victimarios

Carlos Duclós

"Mientras exista Estado, poder y ciudadanos, habrá siempre lucha por los derechos humanos", dijo Ana María Figueroa, abogada rosarina y docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Durante una entrevista con La Capital la profesional remarcó que "todos tienen derecho a un debido proceso", que debe ser ágil y rápido, y que las cárceles deben contemplar prioritariamente la reeducación de la persona que cometió un delito. En este último aspecto sostuvo que con frecuencia "las cárceles son depósitos de gente".
-A menudo se enfoca la observancia y aplicación de los derechos humanos a cuestiones puntuales de la vida social, como las consecuencias de la última dictadura militar. ¿Con ello no se limita el tema?
-Sí, es acotarlo porque evidentemente hoy los derechos humanos tienen otro enfoque con relación a lo que era la etapa del autoritarismo en la Argentina. En la época de la dictadura lo que tratábamos de defender, como abogados, como juristas, como profesionales del derecho, era la vida, la integridad física y psíquica, y evitar desapariciones forzadas. Pero en estos momentos hay otro tipo de derechos que fundamentalmente devienen de esta globalización que se instaló mundialmente y son los derechos sociales, de la cultura, del medio ambiente, de los consumidores. Todos son derechos humanos. Lo que ocurre es que en el autoritarismo eran los derechos de la primera generación. Los más elementales que tratamos de defender ahora son los de segunda generación, que son los derechos económicos, sociales y culturales, y los de tercera generación, que son los derechos de los pueblos. Es decir, mientras exista una sociedad organizada, mientras exista Estado, poder y ciudadanos, va a haber siempre lucha por los derechos humanos.
-¿El hombre tiende a violar los derechos de los demás?
-Yo creo que en general las sociedades son más respetuosas de los derechos de lo que uno piensa. Si tomamos en cuenta la cantidad de millones de habitantes que tiene un país y la cantidad de gente que está privada de la libertad o que está procesada, evidentemente la sociedad es respetuosa de la ley. Lo que sucede es que la lucha del hombre por la conquista de nuevos espacios de derecho es la lucha histórica del hombre por la libertad. Si somos seres que aspiramos cada vez a más espacios de libertad vamos a seguir luchando por nuevos derechos. Hay algunos en este siglo XXI que creo que serán preeminentes, como los derechos del género y una lucha concreta por la igualdad.
-Hay una controversia o una discusión planteada sobre lo que debe prevalecer, si los derechos de la víctima o los del victimario, es decir el que delinque. ¿Cuál es su punto de vista?
-Es enfocar mal la cuestión. La víctima y el delincuente son seres humanos y ciudadanos. Todos tenemos derecho a un debido proceso con todas las garantías y el respeto al estado de derecho. Si eso está claro no será necesario elegir entre víctima y victimario. Todos somos seres humanos y ciudadanos, hay un estado de derecho que debe regir y esa es la norma que debe aplicarse. El que ha cometido un delito tiene el mismo derecho que el que es víctima a que se le aplique un proceso que está reglado, que se le apliquen las normas de fondo y que se respeten sus derechos. Ahora, el Poder Judicial debe tratar de llevar adelante estos procesos con la mayor celeridad posible porque la norma constitucional es que cualquier procesado goza del principio de inocencia hasta tanto se demuestre su culpabilidad.
-La pregunta anterior tiene relación con que la gente pide más rigor para aquel que delinque. ¿Ello supone menoscabar los derechos del victimario?
-Yo pienso que con aumentar las penas no se disminuye el delito. Que se modifiquen los Códigos de Procedimiento para obstaculizar la libertad de los imputados tampoco lo disminuye. Lo que hay que cambiar son las condiciones sociales, económicas y políticas para que haya menos delincuencia. Pero si las condiciones son tan adversas y uno termina advirtiendo que los imputados son también ellos víctimas de un sistema social y cultural, creo que hay que pensar mucho este tema del endurecimiento de las penas. La sociedad piensa equivocadamente que si se instala la pena de muerte, por ejemplo, se evitarían delitos y yo creo que no se evitan porque en las sociedades donde hay pena de muerte también hay delitos. Creo más en la prevención que en la sanción, creo que las fuerzas de seguridad deben dedicarse más a procurar evitar el delito y no a la sanción por parte del aparato judicial luego de consumado el delito.
-Hay quienes sostienen que los códigos y las normas legales vigentes son excesivamente garantistas, y están los que afirman lo contrario.
-No son excesivamente garantistas. Las personas que piensan eso desconocen bastante el derecho. Es más, los últimos informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos viene insistiendo en que la Argentina subsiste una actitud de la policía que viola derechos humanos, subsisten lentitudes en los procesos, lo que implica menoscabo de garantías. Creo que el que opina que hay exceso de garantía es porque piensa que jamás va a estar privado de la libertad, y nadie sabe en una sociedad cuando puede o no estar privado de ese estado. Entonces, al que está en condiciones de detención hay que darle todas las garantías y con celeridad de tal modo que se aplique la legislación y esa persona salga de ese estado de sospecha de manera rápida y que se sepa si es culpable o inocente. Si es culpable, con todo un sistema de garantías, si corresponde privación de libertad que la cumpla en cárceles sanas y limpias, para seguridad y no para castigo.
-En cárceles que sean útiles para el detenido.
-Sí, la cárcel debe ser útil también al sujeto que está en ella. Pienso que una persona que está privada de la libertad, que tiene tanto tiempo disponible, sería bueno que ese tiempo lo utilice bien. Es decir, sería muy útil que se instalen talleres de trabajo, que se hagan convenios con escuelas de enseñanza media y universidades, que el detenido pueda estudiar carreras y que esa persona cuando salga lo haga con todas las herramientas en las manos como para poder reinsertarse socialmente, si no la cárcel no cumple ningún objetivo, excepto el de la pena y hoy en el siglo veintiuno las cárceles deben cumplir el propósito de sanción pero además de reeducación. Lamentablemente muchas veces, al igual que los manicomios, son depósitos de gente y eso es olvidarnos de que cada uno, como seres, somos únicos, irrepetibles y que tenemos una sola vida para gastar.



Para Figueroa, la cárceles son "depósitos de gente".
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