Año CXXXIV
 Nº 49.087
Rosario,
sábado  14 de
abril de 2001
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Denuncian que numerosos reclusos pierden beneficios por arbitrariedades en la consideración de su concepto
"No recibimos preparación para volver a la calle"

El caso de Marcelo Ifrán, detenido en la cárcel de Riccheri y Zeballos, puede condensar el problema -y el malestar- de muchos presos de la provincia de Santa Fe en torno a las calificaciones de que son objeto y las consecuencias que tienen.
-¿Cuáles son sus calificaciones en la cárcel?
-Tengo 14 o 15 conductas ejemplares y llevo 4 años y medio sin sanción disciplinaria y sin baja laboral, es decir que cumplí siempre con el trabajo. Eso debería ser importante para la valoración de una persona, ¿o no? Pero tengo concepto regular, entonces no puedo acceder a la libertad transitoria. Faltándome un año y medio para la libertad asistida pienso que te dan poco tiempo de preparación para salir, para compartir con tu familia. Las salidas son pocas, y menos todavía para los reincidentes, como es mi caso.
-¿Cómo se evalúa el concepto de un preso?
- No sé. Creo que según los informes que dan los celadores del pabellón o la gente que trabaja dentro del pabellón. No se evalúa por lo que vos cambiaste sino por lo que fuiste. Afuera, si fuiste delincuente, vas a ser tomado como delincuente para toda la vida; y acá adentro pasa lo mismo. Yo ahora estoy pagando las consecuencias de una causa pasada. ¿Por qué, si ya cumplí una condena? Y podés tener 50 conductas ejemplares pero te ponen esa "r" de regular en el concepto y no salís a ningún lado y te perdés beneficios. Entonces parece que da lo mismo portarse bien o portarse mal, porque la conducta no incide para tener una salida. El tema que queremos conversar y que más preocupación nos causa es que no nos preparan para salir de la cárcel. No sabemos qué posibilidades vamos a tener cuando salgamos.
-¿Cómo podrían ser preparados?
-Tendría que haber alguien que se preocupe. Nos largan así nomás: cumpliste la pena y arreglátelas. Yo cumplí una condena de nueve años, después estuve en libertad un año y dos meses. Quizás reincidí porque no estaba preparado para salir a la calle. Ese es el problema de la mayoría de la gente reincidente. Hoy nos damos cuenta que estuvimos equivocados. Pedimos una posibilidad, la buscamos, porque hicimos una familia, porque estuvimos un rato en la calle, porque vemos las cosas desde otro punto de vista. Yo ahora veo lo familiar, que antes no conocía, hoy sé lo que es ser padre. Lo que pedimos no es tanto por uno sino también por nuestra familia. ¿Cómo hacen nuestras familias para encontrarse de nuevo con nosotros? Tiene que haber alguna mediación porque si no todo es muy de golpe.


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